El desempeño del tenis en los Juegos Olímpicos fue más que satisfactorio, ya que Juan Martín Del Potro hizo historia y se transformó en el primer hombre en arribar a una final de singles (Gabriela Sabatini había alcanzado la misma instancia en Seúl 1988), y el primer tenista en obtener dos medallas en dos Juegos distintos (medalla de bronce en Londres 2012 y plata en Río). “Es una ilusión muy grande. Tengo la experiencia de Londres, de conseguir una medalla. Al ranking protegido puedo usarlo en nueve torneos y estoy eligiendo bien para ver si me puedo guardar una de esas opciones para Río”, dijo el tandilense en mayo, en relación a su intención de participar en la máxima competencia del deporte. Al momento de esa expresión, estaba compitiendo nuevamente en algunos torneos tras su retorno al circuito, luego de casi un año sin jugar, ya que se había sometido el año pasado a una operación en su muñeca izquierda. Se preparó intensa y adecuadamente para la cita olímpica, y todo el esfuerzo dio sus frutos. A lo largo de todo el certamen se reencontró con su juego que le había dado tantos buenos resultados tiempo atrás: la potencia de su derecha, que lastima, y con la que domina en cada uno de los puntos, y su saque, la colocación, variedad de efectos e intensidad, que lo transforma en la otra arma letal del campeón del US Open 2009. “Siento que nació un nuevo Juan Martín Del Potro tenísticamente hablando”, expresó en la conferencia de prensa que dio al regresar al país.

Una muestra de ello es que derrotó a dos de los mejores jugadores de la historia de este deporte: al serbio Novak Djokovic, en la primera ronda, y al español Rafael Nadal, en la semifinal. En el partido por la medalla dorada se enfrentó con el escocés Andy Murray, campeón en Londres 2012. Le jugó de igual a igual, y el vencedor de Wimbledon de esta temporada tuvo que recurrir a cuatro sets y batallar más de cuatro horas para ganarle. “Tengo una felicidad enorme, fueron días hermosos, y más teniendo en cuenta lo que atravesé”, explicó luego de la final. Un dato no menor es que en el proceso de recuperación de su última intervención no sabía si iba a poder volver a jugar al deporte que ama. “Estuve cerca de dejar el tenis”, aseguró.

A Del Potro los Juegos Olímpicos lo motivan, y los resultados evidencian esta afirmación. En Londres había vencido al japonés Kei Nishikori y en el encuentro por el tercer puesto, a Djokovic. Con el bronce de aquella competencia sobre sus hombros, llegó a Río, mantuvo un nivel superlativo y escribió su nombre en la historia grande del deporte argentino.

Informe: Pedro Ruiz de Galarreta.