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La derrota de ayer ante Unión –no por esperable menos significativa y de algún modo dolorosa, en el orgullo sobre todo– significó para el Boca de la era Bianchi la interrupción de un miniciclo invicto que se prolongaba desde el comienzo de esta temporada 2003.
Todavía están vivos los festejos reiterados que se prolongaron a lo largo del verano en las distintas sedes en que –de Mar del Plata a Mendoza o a Salta– se jugó el Torneo de los Grandes. Las tres victorias ante River (dos de ellas por penales), los triunfos sobre Independiente y Racing y el empate contra San Lorenzo, alternando titulares y suplentes en cada enfrentamiento, dieron la pauta de cómo encararía Bianchi este ciclo complicado y nutrido de compromisos del 2003.
Así, a esos seis partidos invicto contra los grandes del verano se sumaron las dos primeras fechas de los torneos oficiales, con dos triunfos más: victorias ante el Independiente Medellín por la Copa y frente a Chicago en el inicio del Clausura. En suma, ocho partidos invicto, una serie que ayer Pablito Islas interrumpió con dos golazos de cabeza casi calcados.