Dos visitantes ilustres llegaban al Nuevo Gasómetro: Ramón Díaz y Jonathan Bottinelli. Y los dos no pasaron inadvertidos para el público de San Lorenzo, aunque el defensor fue el que se llevó la peor parte. Desde que pisó el césped, el zaguero recibió una tremenda silbatina, que se repitió cada vez que tomó contacto con la pelota durante los 90 minutos.

En el arranque, Bottinelli intentó mostrar personalidad. Se acercó al banco local para saludar a todos su ex compañeros, mientras los otros 21 jugadores se encontraban listos para el saludo protocolar que plantea la FIFA. En ese momento, la hinchada le dedicó un cantito en el que lo trataban de “mercenario”, por una inhibición que el defensor le había presentado al club. También había algunas banderas con la misma leyenda. Ya en el juego, tampoco fue bueno el desarrollo del partido para el defensor. Padeció el desorden de su equipo en la primera mitad y pagó con el amague que le hizo Mauro Cetto, antes del cabezazo goleador, en el segundo tanto de San Lorenzo.

Un poco mejor la pasó el DT. Su equipo salió tarde y se fue expulsado antes de arrancar el juego. Si bien se quejó porque River había llegado retrasado al Nuevo Gasómetro (“el otro día estuve yo esperando 20 minutos”), mucha gente en el estadio ni siquiera lo vio. Por eso, el “mire qué locura, mire qué emoción, ese es el Pelado Díaz que gritó los goles del silencio atroz” que le dedicaron los hinchas de San Lorenzo resultó mucho más tímido de lo que se suponía. Para ver el partido, el entrenador tuvo dos lugares, ya que primero estuvo ubicado en un palco y luego miró el juego a escondidas, desde la boca del túnel. Su presencia recién se volvió a notar en el entretiempo, cuando buscó torcer la historia con tres cambios justos. Dejó de lado el 3-4-1-2 que le había dado tantos resultados y pasó a un 4-3-3 ofensivo, pero no pudo cambiar el 0-2. Y así dejó su invicto en esta tercera etapa en el banco de River.