“Esta campaña volveremo’ a estar contigo.” La promesa del público de River, mientras el equipo de Marcelo Gallardo salía ayer al campo de juego del estadio Monumental bajo una lluvia de papelitos, fue el inicio de una fiesta en la que las tribunas millonarias desbordaron de alegría, reviviendo los pasados días de la década de los ’90, en los que el club de Núñez se bañó de gloria. En el estreno de la camiseta que rememora aquel equipo conducido futbolísticamente por Enzo Francescoli –hoy arquitecto en el armado del equipo del Muñeco desde la dirigencia–, la hinchada de River otorgó un marco especial al clásico en el que su equipo goleó sin atenuantes a los dirigidos por Jorge Almirón.

Después de la alegría temprana que significó el gol de Pisculichi, el aliento se hizo ensordecedor como pocas veces se diera en los últimos años en el Monumental, a tal punto que antes del cuarto de hora la hinchada ya se deleitaba con un “ole” por pase de su equipo. Fueron diez los pases, que comenzaron en los pies de Ramiro Funes Mori y terminaron en un tiro desviado de Ariel Rojas, cerrados con un aplauso cerrado. Ni siquiera flaqueó la algarabía riverplatense cuando salió lesionado el emblema del equipo de Gallardo, Kranevitter, para dejarle lugar a Leonardo Ponzio, recibido con una ovación análoga a la dedicada al joven tucumano.

El conjunto de Gallardo habló ayer en la cancha al golear a Independiente y la gente de River devolvió con ovaciones el arrollador andar del equipo. Una de ellas: “U-ru-guayo, u-ru-guayo”, volvió a sonar ayer tras la joya de Rodrigo Mora para el 4-1 final, triunfo que reconfirma todas las credenciales de River cuando sólo le queda por tachar el choque con Lanús antes de recibir en el Monumental a Boca, el próximo 5 de octubre.

Informe: Santiago Uberti.