El día que el fútbol argentino jamás pensó que llegaría se dio ese miércoles de fin de mes: víctima de una grave afección cardíaca, Julio Grondona falleció aquel mediodía a los 82 años, dejando atrás casi 35 al frente de la AFA y un vacío dirigencial que aún hoy no se pudo llenar. Político de raza, hasta el último día mantuvo el control de todo lo que sucedía en la sede de la calle Viamonte. Su última aparición pública había sido la noche anterior, cuando confirmó que Alejandro Sabella no aceptaba continuar como entrenador de la Selección Argentina. “Hablé con Sabella, pero lo que dijo me lo guardo para mí. Si una novia no te quiere, uno no la puede convencer”, dijo ante los periodistas. El legado aún permanece vigente: su última decisión relevante fue motorizar el torneo de 30 equipos.