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Por Diego Bonadeo

Lo de casi siempre, desde las frases hechas y los lugares comunes. “Los partidos hay que jugarlos.” “De aquí en más todas son finales si queremos pelear por el campeonato.” “A ellos no les va bien en la tabla, pero tienen un buen equipo.” “No hay rivales fáciles.”
Y podría seguirse hasta el infinito con frases hechas y lugares comunes, que de todas maneras, por serlo, no dejan de entregar certezas. Relativas, en algún caso, como relativo es todo lo que puede anteceder en términos de pronósticos a un partido de fútbol, pero certezas al fin.
Desde triunfalismos alejados de las competencias deportivas, se dijo tantas veces y no hace tanto, que tal o cual episodio no pasará de ser un “trámite”. No otra cosa sino un trámite pareció desde el principio este River-Gimnasia, casi con las características de un amistoso de entre semana y a puertas cerradas después del golazo de Cavenaghi a los dos minutos y el segundo de Fuertes, cinco minutos después.
Lo de River era “a voluntad”. La cuestión a dilucidar era cuánta era esa voluntad. Medio tiempo fue suficiente, porque después el monopolio de la pelota se limitó a eso por parte de River. Es que no alcanzaban los chispazos de Madrid ni la reconocida destreza de Lucas Lobos para que Gimnasia intentara demasiado más que absurdos e inconducentes pelotazos para que la solitaria humanidad del Pampa Sosa intentara provocar algún desequilibrio defensivo cerca de Costanzo. Se dirá, y es verdad, que a Gimnasia le faltó Enría. ¿Y...?
Después del descanso, nada varió sustancialmente. En el fondo de Gimnasia, errores aparte, la rusticidad futbolística del alguna vez inexplicablemente promovido como uno de los grandes defensores del fútbol argentino, el Coco San Esteban, sumado a las variantes que llevaron al banco a Madrid y a Lobos, hicieron que lo de River creciera en el monopolio del trámite del partido. Pero siguió siendo solamente eso, con el valor agregado del hermoso gol de D’Alessandro para coronar un 3-0 que pudo ser más holgado y que no lo fue porque faltó actitud para ir por más.