Domingo, 13 de febrero de 2005 | Hoy
Por Mariana Enriquez
Patria e Imperio
Edhasa
214 páginas
Gore Vidal es un ensayista pródigo y un polemista irredento. Por algún motivo prevalece la idea de que es un venerable analista de la política norteamericana, allí en el podio junto a Noam Chomsky y Norman Mailer. Quizá sea el respeto por su carrera literaria, o el aura de patriarca que le confiere la edad de ochenta años; pero al leer estos ensayos de Vidal aparece un hombre irónico, extremo, punzante, muy distinto de la imagen solemne que se asocia a su nombre. Patria e Imperio incluye siete artículos escritos entre 1975 y 1994; algunos son crónicas de conferencias que Vidal dictaba ante auditorios de la clase media acomodada norteamericana. En ocasiones es posible imaginar el estupor de los presentes cuando Vidal proponía la legalización de la heroína, el retiro de todos los códigos de leyes que regulen la moral privada, la condena apabullante a West Point y las diatribas antipoliciales y anticlericales. El mejor ensayo es El Estado de la Unión, 1980, lapidario diagnóstico de la política nacional e internacional de EE.UU. hace 25 años. Una colección mordaz, en ocasiones feroz, y de gran lucidez.
La invención de una nación: Washington, Adams y Jefferson
Anagrama
182 páginas
En la constante crítica de Gore Vidal a las acciones del gobierno norteamericano prevalece una indignación primal, una especie de nostalgia: en sus palabras, “la discrepancia entre lo que deberíamos haber sido (una república) y lo que somos (un imperio depredador)”. Así, en este libro dedicado a los grandes presidentes George Washington, John Adams y Thomas Jefferson, Vidal ejecuta una historia privada de la fundación de la república focalizada en detalles cotidianos de los hombres: sus opiniones sobre otros políticos, sus preocupaciones por el dinero, su afán por construir una democracia viable. Un trabajo de revisionismo ingenioso y sentido, que expone a los padres fundadores en todas sus virtudes y defectos: “En mi juventud, me fascinaban las grandes contradicciones de carácter; en la madurez, me interesan más esas coherencias en que reside la grandeza, como la de Washington a lo largo de toda su carrera”, escribe Vidal, y es posible entrever que él, nieto de senadores, nacido en West Point, aspira también a esa coherencia mucho más que a la celebridad.
Imperio
Edhasa
544 páginas
Como escritor de ficción, Gore Vidal es un caso extraño. Compañero de promoción de Salinger, Mailer, Capote, Carson McCullers, su literatura siempre fue heterogénea. Muy joven consiguió el éxito, y enseguida se expuso al escarnio con La ciudad y el pilar de sal (1948), una de las mejores y más explícitas novelas de tema homosexual de las letras norteamericanas. Así alternó ficciones históricas con sátiras sobre la moral de las apariencias (Myra Breckinridge, 1968). Imperio pertenece al primer rubro, parte de una serie que abarca toda la historia de EE.UU. El personaje central es la periodista Caroline Sanford, que vive la transición del siglo XIX al XX, cuando empieza un revolucionario cambio en la consideración social de la mujer. Y la acompañan una galería de personajes de la época como William Randolph Hearst, Henry Adams, Henry James o Theodore Roosevelt. Pero, además de tratarse de una novela degénero, marca el momento de inflexión en que EE.UU. comienza su intervencionismo internacional, y se conforma como un imperio sediento e impredecible.
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