Domingo, 10 de julio de 2005 | Hoy
DE COLECCION
Editorial Claridad vuelve al ruedo con la colección completa de las aventuras de Sherlock Holmes. Cuidadas ediciones y la vigencia del más obsesivo y reconcentrado de los detectives.
De muy joven Arthur Conan Doyle conoció a Joseph Bell, un médico inglés que, chupando su eterno cigarrillo, solía sentarse en un gran sillón y diagnosticar a los pacientes apenas cruzaban la puerta. Once años perduró esa imagen en la mente de Conan Doyle quien, en 1887, dio vida a Sherlock Holmes con la publicación de Un estudio en escarlata. Así se iniciaba una serie que duraría 40 años y más de 68 relatos. Mundialmente famoso, Holmes proyectó una sombra que opacó todo nuevo intento de Conan Doyle de escribir una literatura que no lo incluyese; sus novelas de viajes y de guerras no tenían éxito y los lectores pedían más misterios para resolver. Hastiado de su propia creación, como los músicos que dejan de tocar su canción más famosa en vivo, Conan Doyle mató a Holmes en El problema final, para volcarse de lleno a lo que consideraba su “verdadera literatura”. Pero la presión fue inmensa, y en El sabueso de los Baskerville ahí estaba Holmes nuevamente, escrutando por sobre su pipa a la gente que cruzaba el portal. A partir de ahí, la relación del autor con el personaje ya no se rompió y se extendió hasta la muerte de Arthur Conan Doyle en 1930.
Los cinco volúmenes de relatos y las cuatro novelas que conforman la totalidad de los casos de Sherlock Holmes son la agradable apuesta con la que la Editorial Claridad se relanza al mercado. Tal como fueron publicadas antaño, las nuevas ediciones recorren el sendero del policial inglés que abrió Conan Doyle, con buenas traducciones argentinas y el arte de tapa que gusta a los fanáticos del género: un diseño clásico, con situaciones de época en dibujos en blanco y negro. Siempre se agradece una colección que deje entrar la niebla londinense por nuestra ventana cuando leemos. En un principio, Sherlock Holmes es un médico inglés de costumbres extravagantes que busca compañero de habitación. John Watson lo contacta y se mudan a un departamento de Baker Street. Es allí donde, entre visitantes extraños, penetrante humo de tabaco y largos discursos de una precisión matemática, Watson entiende que su compañero es algo más que un médico excéntrico. Un estudio en escarlata es el retrato del detective inglés que situó a la investigación policial dentro de las ciencias exactas. Sus facultades están apoyadas sobre tres pilares: la intuición, la observación y la deducción, y su modo de razonar es analítico, un pensamiento que, a partir de un resultado, va hilvanando los hechos que llevaron hasta éste. Entre Sherlock Holmes y los hombres del mundo se abre un abismo; ellos ven, él observa. Para Holmes, la vida es infinitamente mas extraña que todo lo que pueda llegar a inventar el hombre, y su primer caso lo demuestra: dos asesinatos simultáneos, sin signos de violencia, y la palabra alemana rache (venganza), escrita en un ángulo de la pared. En la escena del crimen los policías de Scotland Yard se devanan los sesos, pero Holmes, impasible, busca otras pistas –marcas en la tierra, signos en el polvo, restos de movimiento–, y un anillo en el piso es el cabo suelto. El caso está a punto de ser resuelto.
La mayor parte de los relatos fueron publicándose periódicamente en la Strand Magazine y están agrupados en los libros Las aventuras de Sherlock Holmes, Memorias de Sherlock Holmes, El regreso de Sherlock Holmes, Su última reverencia y El archivo de Sherlock Holmes. Desde una foto robada para una extorsión hasta agrupaciones ficticias como fachada de grandes robos, los crímenes se tornan más extraños y los personajes más extraordinarios. Tanto en los cuentos como en las restantes novelas (El signo de los cuatro, El valle del terror), Watson está casado y ya no vive en Baker Street, pero la dinámica de la dupla no se quebró, y de cada visita surge un nuevo caso. Watson es el lector de policiales que sigue la trama con atención pero siempre es engañado. Así se establece un vínculo que atraviesa los 68 relatos y sus muchos estadios.
Sherlock Holmes fue el personaje que determinó la fama de Arthur Conan Doyle. Su irrupción en el mundo del policial llevó al género a la masividad. Y al igual que con el Dupin de Edgar Allan Poe o el Phillip Marlowe de Chandler, ya no podremos concebir el mundo sin que un Sherlock nos haga ver que las cosas nunca son como creemos.
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