Domingo, 19 de noviembre de 2006 | Hoy
DANIEL MUNDO
Un poco de crítica, algo de literatura apócrifa y de nuevo cine argentino configuran los pasatiempos de un atento lector.
Por Patricio Lennard
Pasatiempos
Lecturas políticas de la contemporaneidad argentina
Daniel Mundo
Prometeo
157 páginas
¿A quién se le ocurre escribir un artículo sobre ese artista genial que fue Copi, glosando hasta el hartazgo una ponencia leída por un tal Daniel Boda en el Sexto Congreso Iberoamericano de la Lengua? A poco de empezada la lectura de Pasatiempos, el libro en que Daniel Mundo (licenciado en Comunicación Social y docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA) reescribe y compila una serie de ensayos que vieron la luz en distintas publicaciones en los últimos años, algo hace que al lector más o menos cauteloso se le frunza el ceño. Y puesto que a esta altura ya estamos harto prevenidos (luego de los contoneos falsarios de autores como Borges o Ricardo Piglia), el que no haya registro de la existencia del referido congreso ni del susodicho Boda hace que se encienda una luz amarilla. Señal que reaparecerá en más de una ocasión a lo largo del libro (cada vez que se deslicen, juguetonamente, referencias apócrifas), lo que explica en parte que estos ensayos posean –según el autor dice en el prólogo del libro– “ribetes tal vez un poco demasiado literarios para ser tomados en serio por las ciencias sociales”.
A una distancia prudencial tanto del paper académico como de la reseña periodística (géneros en que los artículos de Pasatiempos han tenido, en su mayoría, primigenias versiones), Mundo se permite abrevar en la crítica literaria, la disquisición filosófica, el pensamiento político y el análisis cultural para desarrollar lecturas de libros puntuales (el Nietzsche de Heidegger, El fin de la historia, de Liliana Heker, El común olvido, de Silvia Molloy), al tiempo que para abordar asuntos tan diversos como el “nuevo cine argentino”, la construcción social de la memoria o la crisis de la familia. Una panoplia de temas y objetos de estudio que hace de Pasatiempos un libro de misceláneas, en el que cierto empeño digresivo visible en su escritura lleva a un extremo, por momentos, ese proceder “metódicamente ametódico” que para Adorno caracteriza al ensayo como forma. Un estilo “arremolinado” –precisará Mundo– que hace que de un texto a otro se vaya armando una trama que justifica el subtítulo “Lecturas políticas de la contemporaneidad argentina”. Frase que explicita el afán del autor porque su discurso haga pie en el presente.
Así, “el modelo de intervención política” que el autor describe en varias de las películas nacionales de la última década (desde Pizza, birra, faso hasta Cama adentro) le permite pensar la “crisis imaginaria y real que afecta al mundo del trabajo” y las formas de violencia que allí se generan. Tan sólo una muestra de cómo el cine y la literatura, en obras que para Mundo condensan un clima de época, son objeto de reflexión política en las páginas de Pasatiempos. Un libro que, como decíamos antes, también se permite el ardid seudoborgeano de dedicarle, por ejemplo, un ensayo a la obra del Dr. Juan María Delepiane (un escritor falso que postula la necesidad de incorporar la literatura a la historia para someter a revisión los fundamentos de verdad del discurso historiográfico), o tomar como punto de partida una novela de un tal Miguel Fabiano (un plagiario de Houellebecq, también inexistente) para hablar del turismo sexual y de las variantes del viaje en el mundo contemporáneo. Tretas a través de las cuales estos ensayos buscan situar el desparpajo y el titeo intelectual allí donde en otro libro hallaríamos, quizá, sólo rigor (mortis) académico.
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