Domingo, 19 de noviembre de 2006 | Hoy
KOEN
Mucho despliegue de detalles lujuriosos marcan el escenario de un regreso esperado. Desde El oscuro espejo de los días felices han pasado veinte años. La autora llevó a cabo su nueva entrega de novela romántica inmersa en el mar de la historia, sin terminar de cubrir las expectativas.
Por Liliana Viola
Angeles negros
Karleen Koen
Emecé
532 páginas
Con el anacronismo como método para construir los diálogos y los salones de las cortes inglesas para desplegar detalle y documentación, la norteamericana Karleen Koen acaba de presentar su tercera novela romántica e histórica (exista tal género o no). Ya pasaron 20 años desde que la misma autora diera con el best seller El oscuro espejo de los días felices (2 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, aunque en inglés el título tuviera menos pretensiones: Through a Glass Darkly). Fueron unas 700 páginas para presentar la pasión, la extravagancia y el escándalo de la aristocracia inglesa del siglo XVIII a través de una heroína sufriente y un secreto de familia. Barbara tiene 15 años y su madre, que se ha quedado sin fortuna y ha nacido sin escrúpulos, la casa con Rogert, un hombre mayor que ella, que cuando por fin se da cuenta de que la ama es demasiado tarde. La continuación de la saga, Face tu face, que apareció unos diez años después, no cumplió con las expectativas de nadie y fue inmediatamente olvidada. Tanto que ni siquiera se la menciona al presentar ahora este tercer intento, Angeles negros, para el cual Koen ha convocado una vez más a gran parte de los personajes que le dieron suerte y ubicó la acción 20 años antes de donde había empezado la primera historia.
Es el período de la Restauración, el reinado de Carlos II que regresa al trono una vez muerto Oliver Cromwell. Es la época en la que se crea la Royal Society en Inglaterra, luego el Banco de Londres. La Bolsa de Londres se perfila como el mercado de capitales del mundo; la sociedad se divide entre la adhesión o el espanto ante la caída del puritanismo y la amenaza de unos reyes que traen el catolicismo. Pero nada de esto interfiere en los planes de Koen, quien consigue concentrarse en las intrigas palaciegas, en los apetitos sexuales de un rey conocido como El monarca feliz, y en los sentimientos más íntimos de su personaje femenino, Alice Vernay, dama de honor de la reina Catalina, una joven ambiciosa que ya apareció en El oscuro espejo... como duquesa madura. Son ahora poco más de 500 páginas para presentar la pasión, la extravagancia y el escándalo de la aristocracia inglesa del siglo XVII.
Cuenta la leyenda, muchas veces desmentida, que fue Carlos II quien le pidió a un tal doctor Condom que inventara un método efectivo para salvarse de las enfermedades venéreas y de la paternidad de tantos bastardos. Koen no cita esta anécdota en su libro, pero retrata un ambiente de tensiones por la sucesión sublimada en conquistas, fiestas y galanteos de un rey que colecciona favoritas y desordena el mapa de los matrimonios por conveniencia, mientras la reina sufre y corre peligro de muerte. Las doncellas pueden despertarse en un fin de fiesta sin recordar por qué tienen la falda a la altura de la cintura, o pueden presenciar el momento en que un bebé recién nacido se desliza en el medio de un baile bajo la falda de una de las jovencitas damas de honor. Si hay asesinos, expertos en venenos de época, se ocultan en burdeles especiales donde la prostitución es ejercida por mancebos para deleite de los nobles casados. Y por sobre todos estos excesos palaciegos, la heroína impertérrita Alice Vernay planea su casamiento con un desagradable anciano y se enamora de un héroe romántico.
El azar, la muerte imprevista mucho más que la inteligencia al servicio de una trama, tendrá que hacer todos sus esfuerzos para que esta novela romántica pueda terminar con un beso. La historia entendida como lugar exótico donde los criados calientan ladrillos para que las damas no se enfríen los pies cuando viajan en carruaje es uno de los pocos lugares donde hoy los amores imposibles pueden hacerse realidad.
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