ESTE SI Arturo y yo
Hace exactamente veinte años salía Arturo y yo, libro-tótem de Arturo Carrera que significó un punto de torsión en la progresión de su obra, y que también marcó un cambio de dirección rotundo en la historia de la poesía argentina. Beatriz Sarlo escribió en aquella ocasión: “Lo único que un hombre puede hacer con la tradición –dijo Borges– es modificarla. Precisamente esto hace Arturo Carrera: modifica por ironía, por desdoblamiento, un tema clásico, el de la dulzura del hogar, el de los niños y la naturaleza. Nos habla de un campo cuya paz Carrera nombra entre comillas, pero que está aquí, en este libro atravesado por desdoblamientos que lo marcan desde el título y que es, al mismo tiempo, un libro feliz y benévolo con nosotros, sus lectores”. Arturo Carrera nació en Pringles en 1948. Ha publicado más de veinte títulos de poesía, desde Escrito con un nictógrafo hasta Tratado de las sensaciones (2001). A continuación, un fragmento de “Un día en La Esperanza”, poema inaugural de Arturo y yo, ahora reeditado por la cordobesa editorial Alción.
Un día en “La Esperanza”
Martincho y Luciana
me tiraron pasto podrido
y después Juan me escupió
el agua verdinegra del mate
sobre la libretita y el pantalón
Esther (28 años) salió a defenderme.
¿Qué le hacen a Arturito?
No le tiren pasto a Arturito
que está escribiendo
Pero Arturo no sabe escribir.
Arturito es pasto de las llamas
de los niños
De todo podría decir él
que ha sido, que ya fue escrito
o apoyado todavía en una ciencia
que la naturaleza debería imitar
¿Echó a los niños?
Sólo les dijo: “Vayan a la otra palmera
Aquí tengo que escribir”.
“¿Molestamos?” –dijo Luciana–. Y
agregó: “¡Tonto, vos no conocés todo
nuestro campo!”
Florecillas.
Círculos amarillos.
Los chiquitos bajo la palmera más amplia
y el dálmata sobre las manchas de luz en
copos que filtraban las lentísimas hojas
acribilladas
El gritito de Juan.
Los ojitos celestes;
la boca de viejita desdentda de Luciana.
Los niños como antídoto
después de una noche soñada
para la fatalidad del sufrimiento
¡El Campo!