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Domingo, 16 de noviembre de 2008

Combatiendo la capital

Historia > Hilda Sábato investigó a fondo acerca de la rebelión de Buenos Aires cuando Roca estaba por asumir el poder en 1880. La disputa por la ciudad-puerto permite releer parte de la historia del siglo XX argentino.

 Por Gabriel D. Lerman



Buenos Aires en armas
Hilda Sábato
Siglo XXI
336 páginas


Una bisagra, un hecho crucial está en el centro del nuevo libro de Hilda Sábato. También un debate, que enfocado a través de aquel hecho crucial se enriquece, se inunda en matices. El hecho es la revolución de 1880, que desembocó en la definitiva federalización de Buenos Aires. Y el debate es, una vez más, la violencia política. Bisagra y crucial, porque si bien los claroscuros que las historizaciones construidas desde los partidos políticos suelen desplazar, opacar o relativizar el acontecimiento, todo indica que las coordenadas que lo hicieron posible, el propio desarrollo y los efectos inmediatos, tuvieron una carga indisimulable de largo plazo. Para el radicalismo nunca fue un episodio decisivo salvo en lo tocante a los antecedentes de orden biográfico en el caso de Alem y Aristóbulo del Valle. Para el peronismo, en línea histórica sobre aspectos populares de la lucha radical y en linaje con el también bonaerense Rosas, no pareciera de gran cuantía una lucha por el dominio de la ciudad-puerto. Para los conservadores, la impronta de una amargura nunca aceptada por parte de los porteños y, según la variante, un paso decisivo en la construcción política del general Roca. Por lo demás, la subestimación política del caso tal vez tenga que ver con el pudor en no hacer mella ni levantar algarabías sobre una profunda y sagaz derrota de Buenos Aires, una derrota en aras, ni más ni menos, de la resolución de un conflicto de larga data: convertir a la ciudad en federal, quitársela a la provincia, nacionalizarla, hacerla de todos. De modo que por este lado el libro retoma, actualiza y realinea la forma en que se administra, se tramita el viejo tema de la cuestión capital.

Lo que además propone Hilda Sábato es mirar el proceso de un modo en que la acción política devenida violenta pueda comprenderse en su contexto, sin anacronismos ni sobreimpresiones de categorías construidas en el siglo XX. Sábato busca una especificidad para esa violencia política. Y el planteo se introduce sobre la base de una aparente sorpresa o perturbación que traería la consumación de un desgarro violento, un enfrentamiento entre dos facciones integradas por hombres que venían de mantener cierta experiencia compartida, valores, espacios, derroteros. Sábato se desmarca, en principio, de un tipo de análisis que abona el sentido común de la violencia política en América latina y se escandaliza sobre la consiguiente incivilidad de ese rasgo. Sin embargo, matiza, el ochenta argentino emerge, se instala con una violencia nada fácil de explicar, y por lo general ignorada, desestimada o naturalizada. ¿Por qué se silenció, se atenuó un episodio en el que cerca de cinco mil hombres en cada bando desplegaron tropas y combatieron en Buenos Aires por el poder total de la futura ciudad capital? ¿Acaso los motivos de la trifulca no están en el corazón de la distribución del poder y los recursos que hasta el día de hoy tallan en la República Argentina? Los años previos habían agotado cierto modelo político prohijado en las primeras décadas de la llamada organización nacional: la muerte de Adolfo Alsina en 1877 dejó sin líder al porteñismo y a partir de allí se forja la candidatura presidencial de Carlos Tejedor, gobernador de la provincia, para suceder a Nicolás Avellaneda. Por otro lado, el ministro de Guerra, el joven Julio A. Roca, anuda aliados y expande su candidatura con base nacional. Roca derrota a Tejedor en las elecciones, pero en los meses siguientes, antes de asumir la presidencia, se desata el verdadero y último conflicto: el control de Buenos Aires.

Un libro amasado en reflexiones, cultivado y de narración entretenida, viene a colocar a la revolución de 1880 como un instante decisivo en el fin de siglo argentino. Quizás, y es aquí en donde Sábato propone una tesis más profunda, con una carga y unas implicancias mayores a las de otros momentos, por ejemplo la revolución radical de 1890. No porque sea necesario un ranking al respecto, sino porque se le habría prestado una atención menor, cuando en verdad 1880 puso en escena una fractura y una exposición de necesidades y asunción de riesgos de una envergadura que aún estremece a la Argentina.

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Carlos Tejedor y Julio Roca: Vencido y vencedor en la lucha por la capitalización de Buenos Aires.
 
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