Domingo, 8 de noviembre de 2009 | Hoy
Rescate de un importante texto de Karl Löwith sobre Valéry.
Por Mariano Dorr
Paul Valéry
Karl Löwith
Katz
304 páginas
Este Paul Valéry es el tercer título que edita Katz de la obra de Karl Löwith (están disponibles Historia del mundo y salvación y De Hegel a Nietzsche), donde el poeta y ensayista francés es leído en detalle por el alumno de Husserl y Heidegger como un verdadero filósofo. En los años sesenta (Valéry muere en 1945) Löwith toma contacto con su obra: “Me quedó claro que el poeta y escritor Valéry es un pensador, y que es un pensador absolutamente libre, absolutamente independiente de todas las tradiciones arraigadas y convertidas en convenciones”, escribe en el Prólogo. Alejándose de la filosofía academicista (de la que el propio Löwith quiso despegarse), Valéry lleva a cabo una reflexión filosófica tan exhaustiva como original: “La ambición apasionada de su espíritu imaginativo y radical era alcanzar el máximo de conciencia posible de lo que es”. La experimentación radical con el lenguaje hace de Valéry un autor extraño, comparable a Hölderlin y Paul Celan, entre la poesía y el pensamiento discursivo. El primer capítulo, “El cartesianismo de Valéry”, es un ensayo sobre la ambigua relación del poeta con el autor del Discurso del método. En los Cahiers, Valéry anotó: “Enfrentado a la tarea de escribir un libro sobre Descartes. Yo, que no creo en la posibilidad de ese género de la historia de la filosofía, ni en la historia y la filosofía”. Sin embargo, Löwith muestra que el trabajo del poeta constituye una meditación cartesiana, donde lo más importante del pienso, luego existo no es tanto una cuestión metafísicocognoscitiva sino, más bien, la “certeza de sí mismo para saber lo que se quiere”. Lo decisivo en Descartes es la empresa de “haberse atrevido a empezar de nuevo, y en haberlo hecho consigo mismo”. Como el propio Descartes, Valéry escribió sobre la relación cuerpo-espíritu; según Löwith, “lo problemático de esa relación se indica en el posesivo mí: ¿en qué medida el cuerpo vivo del ser humano es el suyo? ¿En qué medida me pertenece, y yo por otra parte le pertenezco a él?”. Löwith cita un texto de Valéry en el que se condensan las contradicciones del yo en presencia de su propio cuerpo vivo: “Si uno contempla su mano sobre la mesa, lo que resulta siempre es un asombro filosófico. Estoy en esa mano, y no estoy en ella. La mano es yo y no yo (...) y lo mismo sucede con un pensamiento, con cada pensamiento. Son yo y no yo”.
El libro (que se publicó en Alemania en 1971, dos años antes de la muerte del autor) se completa con tres capítulos más (“Reflexiones sobre la totalidad de lo que es”; “Crítica de la historia y de la historiografía” y “Obra humana y producto de la naturaleza”), y tres apéndices. Las “manos” vuelven a ser indagadas en el primer Apéndice; allí Löwith señala que el ser humano es el único ser vivo capaz de hacer un nudo con un hilo. Entre otras habilidades fundamentales, las manos “se necesitan para fundar una lengua, para señalar con el dedo el objeto cuyo nombre se pronuncia, para sugerir la acción que el verbo denota, para enriquecer el discurso con el énfasis”. La mano –escribe Löwith– “es un filósofo”. Entre las manos del poeta, que escribe, y la del filósofo, que las describe, Karl Löwith construyó un notable análisis (escrito de un modo claro y sencillo) en torno de la obra de Paul Valéry.
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