Domingo, 8 de noviembre de 2009 | Hoy
Basada en entrevistas reales pero en busca de una trama de novela, El ghetto de las ocho puertas logra un equilibrio notable a la hora de narrar las extraordinarias peripecias de una mujer perseguida por la guerra.
Por Damian Huergo
El ghetto de las ocho puertas
Alejandro Parisi
Sudamericana
318 páginas
Una de las discusiones vigentes, tanto en las ciencias sociales como en la filosofía, es la cuestión acerca de cómo narrar la experiencia genocida, teniendo en cuenta los “límites de la representación” de todo fenómeno social para ser captado, recortado y transmitido por la palabra. Por un lado circulan las teorías que apelan a la “memoria literal” similar a la de “Funes el memorioso”, y por el otro lado, las que sostienen que hechos de esa magnitud son inabarcables. Durante cincuenta años Mira Ostromogilska adhirió, quizá sin saberlo, a las teorías de la inenarrabilidad, más precisamente a la conclusión de George Steiner que afirma que la mejor forma de explicar el genocidio es el silencio. Sin embargo, al filo de su muerte Mira, sobreviviente del Holocausto, decidió sanar la última herida que le dejó la guerra y contar su historia. Por intermedio de uno de sus nietos se contactó con el escritor Alejandro Parisi. Y juntos, tras una docena de entrevistas que se realizaron en el living de su casa, fueron reconstruyendo su historia real con elementos de la ficción. A lo largo de un año el autor de Delivery escuchó de boca de Mira historias que rayaban la inverosimilitud. Las anécdotas abarcaban toda su vida: desde el suicidio de su padre cuando ella era una niña, pasando por la invasión de los nazis a Polonia, el día a día en el ghetto de Varsovia, las deportaciones, los bombardeos, hasta el vagabundeo por la Berlín ocupada por los norteamericanos, por la París de Hemingway, y el arribo definitivo a una Argentina a media asta por la muerte de Evita. Parisi no buscó armar una biografía sino una novela que tome estos hechos, y los reelabore junto a otras situaciones inventadas, sabiendo de antemano que la solidez y la eficacia del relato dependía de la elección de los fragmentos de la odisea de Mira y de los géneros que utilizaría para contarlos.
La peculiaridad de El ghetto de las ocho puertas es que puede leerse como una novela que contiene varias historias en su interior y que el autor, de modo excelente, las desarrolla simultáneamente hasta llegar al punto final –que también es el principio–. El ghetto... funciona como una novela de aprendizaje cuando narra los primeros años de Mira en Varsovia junto a su madre y a su hermana Edwarda; como una novela de aventuras cuando relata las estrategias de supervivencia; como una novela de suspenso cuando dilata el encuentro con Teo, el hijo de su hermana que pasa a ser su hijo y “su gran secreto”, y, también, como una historia de amor cuando la narradora, Mira Ostromogilska, habla y reflexiona sobre los años junto a su esposo y compañero Edek Erlich.
Con una prosa ágil e íntima Parisi recupera la oralidad y el clima familiar de las entrevistas. De este modo la voz de Mira interpela al lector como si este fuese su único interlocutor, como si estuviese hablándole a él mientras le sirve un “pepinito con pastrón” luego de contarle cómo burló a la muerte por undécima vez. La misma muerte que la esperó con sabia paciencia a que terminara de contar su historia para llevársela.
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