Domingo, 20 de enero de 2013 | Hoy
Por Martin Kasañetz
Este libro de relatos –premiado en el concurso de la Fundación Caras y Caretas– parece haber sido escrito a partir de una observación aséptica, digna de esos naturalistas que colocan insectos coloridos y deformes sobre un papel secante, bajo la protección del vidrio, para mostrarlos a los curiosos visitantes del museo. En cada uno de los textos, el autor va relatando los hechos, en su gran mayoría esa clase de historias a las que podría calificarse inequívocamente como fuertes, sin necesidad de emitir opinión sobre las acciones de sus personajes y, sobre todo, con una agudeza destacable, generosa en detalles.
Esta exploración exhaustiva que Gabriel Pinciroli hace en cada relato busca cierta introspección, como por ejemplo en “Entre el desierto y el mar”, relato que bien podría caracterizarse de existencialista debido al deambular de Ramos –personaje principal– por un terreno hostil y solitario, y por las reflexiones acerca de los hechos que le van sucediendo: “La repetición y la soledad anularon el tiempo: por un instante olvidó quién era, quién había sido y de dónde venía”. O en “La fe del soñador” donde, por medio de flashbacks cinematográficos, el personaje va describiendo el paisaje a medida que lo percibe, cambiando de zona geográfica y alternando con quienes lo rodean en un tono íntimo que no impide cierto orden, a partir de una cronología de los hechos. Dentro de la lograda tensión que genera la lectura de los relatos también hay lugar para la sexualidad, como en el relato “Los manchados”: un sexo que se describe con el desapego de esos locutores que colocan los jadeos ficticios en las películas porno, pero a la vez sin poder evitar reparar en lo irremediable de los acontecimientos.
La peor de las ciencias busca colocar el dedo en la llaga hurgando en su interior pero como mero análisis científico, logrando transmitir el descubrimiento del dolor, pero sobre todo la indiferencia de quien lo realiza: “¿No es peor el dolor de la herida reabierta con cada palabra que la injusticia del olvido en la página muda?”.
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