Sábado, 31 de diciembre de 2005 | Hoy
EN FOCO
Personas en loop, del alemán Diedrich Diederichsen, es una estimulante reflexión sobre el pop y la cultura ligera, o la ligereza en la cultura. Ahora bien, ¿por qué reflexionar sobre esto cuando el rock empieza a asistir a sus propios funerales?
Por Santiago Rial Ungaro
¿Qué sentido tiene reflexionar sobre la música y la cultura pop si supuestamente se basan en lo efímero? Un año atrás, el planteo podría haber generado algunas dudas, pero hoy, mientras la escena musical se recupera distraídamente de la masacre de Cromañón, ya no pueden quedar dudas: cuando el rock reniega de cualquier forma de intelectualidad, las reflexiones llegar demasiado tarde, como ramos de flores comprados de apuro camino al cementerio. Del mismo modo, cuando el pop sólo pretende escaparse y sonreír, el aburrimiento también puede ser fatal. En este contexto, la edición de Personas en loop. Ensayos sobre la cultura pop (Interzona) y la reciente visita de su autor, Diedrich Diederichsen, funcionan como una inyección de espíritu crítico. O espíritu cítrico: los diez ensayos que conforman esta edición son tan nutritivos como movilizantes, aunque por diversas razones. En la prosa de Diederichsen se percibe el impacto que tuvo la dupla Deleuze-Guattari en el ambiente cultural alemán de las últimas décadas. Pero si la conexión entre reterritorialización y desterritorialización, la idea de sociedad de control y demás términos forman parte de la sustancia de su escritura, la esencia de su pensamiento surge de su deseo de retomar la senda transitada por críticos culturales como Adorno o Benjamin, quienes vislumbraron que en las configuraciones de la industria cultural había pistas para comprender el mundo, signos para interpretar los tiempos en que vivimos. Lo más interesante del estilo de Diederichsen es su capacidad para demostrar que “todo tiene que ver con todo”: así es como Britney Spears supone una biopolítica, Sun Ra es una suerte de Dalí afroamericano y, paradójicamente, menos oscuro, y las distintas denominaciones generacionales surgidas desde los ‘90 (Generación X, Generación @, Generación Golf, etc.) sólo son máquinas de mercadotecnia cuyo contenido “generacional” es un azar puramente biológico. No es casual que Diedrich Diederichsen sea, además de editor de la Spex y redactor de la revista Sounds, colaborador de Art Forum, y que desde 1992 sea profesor de Teoría del Arte en la März Akademie de Stuttgart: la música y la plástica son lenguajes análogos y complementarios. Con todas sus virtudes y sus gratas sutilezas, estos textos no dejan de ser una muestra de la idiosincrasia de un intelectual alemán contemporáneo, melómano y esteta, con todo lo que eso implica y lo lejano que puede llegar a resultarnos: Europa es hoy un Gran Museo en el que el racismo crece en forma inversamente proporcional a las tasas de nacimientos. Pero aunque el libro empiece jugando con las diferentes y obsesivas ideas de “progreso” que el autor experimentó en su juventud a principios de los ‘70, en la idea del loop (repetición mecánica de un fragmento musical en una composición, algo así como un ostinato), Diederichsen (en una salida deleuzeana) encuentra también la posibilidad de una improvisación infinita: el loop sería entonces una forma de escapar del tan criticado “bombo en negra” que comparten tantas músicas electrónicas, con sus inevitables connotaciones militaristas; una posibilidad de percibir el eterno regreso de lo distinto. Quizá por eso, cuando describe cierto “internacionalismo iluminista” que llegó con el turismo paneuropeo fomentado por las redes ferroviarias a comienzos de los ‘70, Diederichsen muestra cómo la actual Unión Europea es, más allá de sus fundamentos económicos, una suerte de red basada en una gama de proyecciones psicológicas de una nación a otra. Esta red psicológica nació a principios de los ‘70, cuando la red ferroviaria europea permitió a los menores de 25 años viajar gratis por todos los países con excepción del propio. Los que hicieron esos viajes son los que dirigen esta Europa unida. Generoso en hallazgos de este tipo, si Personas en loop se sostiene es, en definitiva, porque el contenido del libro está a la altura del título: aquí hay fragmentos de historias que, todas juntas, forman una historia paralela y secreta, sugestiva y latente, progresista y decadente.
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