libros

Domingo, 22 de mayo de 2011

Pistas

(Juan Terranova, Sebastián Chilano)

Luego de empalmar que así como el “detective lee pistas, el crítico lee libros”, Juan Terranova se largó desde un encargo que la Iglesia le hizo a Galileo allá por 1587 para dictaminar sobre “la forma, la ubicación y el tamaño del infierno” –Séptimo Círculo en el que confluyen Dante, Borges, Bioy Casares– y desembocó en el mentado asunto de la dicotomía: Apolo & Dionisio, paraíso & averno, aburrido & atractivo, blanco & negro (ya acá, el policial). “Guillermo Martínez, por ejemplo, no escribe un policial blanco, que es lo primero que podría decirse –dijo Terranova–; no, sería de enigma, claro, con una prosa pedagógica y cristalina, heredero de otros que han practicado ese policial, que no sería tan malo, si se dedica a estos paseos por la luz. Sin embargo, hay otros escritores –siguió– que citan todo el tiempo la tradición del policial negro y producen uno blanco. En una generación ésta es una constante. Hammett, Chandler, todo el tiempo: novelas que se escribieron hace 70 años y siguen insistiendo con esto. En esas épocas eran negras, pero hoy son tomadas por estos novelistas y las hacen palidecer.”

Sebastián Chilano, a su vez, encaró las pistas a partir de las armas utilizadas para matar y se centró en los venenos. Más propios de los policiales blancos que de los negros (ya fuera de la relatividad que planteó Terranova). Que los hay agudos y espectaculares y que los hay sutiles e interesantes, planteó Chilano (porteño, 35 años, radicado en Mar del Plata, cuentista y novelista), y detalló nombres, efectos, dosis. Un saber muy útil para el que busque deshacerse de pariente, colega o periodista indeseable. Dentro de la ficción, preferentemente.

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