Sábado, 12 de febrero de 2005 | Hoy
Marc Boehm es un francés de Estrasburgo alto, lacónico y viajero. Anduvo muchos años por Asia –en China estudiando la lengua, en Japón enseñando francés, en Tailandia viendo construcciones–, pasó el año pasado por Argentina y este verano se instaló en Buenos Aires para comenzar una aventura sudamericana.
Pero en el fondo de su alma, Boehm es un carpintero.
La historia empieza con un hermano mayor arquitecto que tenía un compañero de facultad que anduvo por Estados Unidos y trajo una copia de Shelter que terminó en manos del adolescente Marc. El libro de Bob Easton y Lloyd Kahn es un compendio de ideas hippies sobre vivienda, un verdadero catálogo de “refugios” de todo tipo, material y técnica, y un manifiesto sobre lo redondo, lo transigente, lo cultural. Shelter, publicado originalmente en 1973, nunca deja de ser reeditado y sigue siendo leído ávidamente por la contracultura, tan alicaída ella. Entre otras cosas, porque es una de las defensas más encendidas de la cúpula geodésica jamás vistas, y una explicación eficiente de sus matemáticas, su diseño y construcción.
A eso se dedica Marc Boehm, que hace tres años desarrolló prototipos y kits para armar cúpulas allá en los campos de Estrasburgo, entre colinas y viñedos, con diámetros que van de los seis a los ocho metros. La cúpula geodésica, explica Boehm, tiene una utilidad práctica evidente como estructura permanente o semipermanente. A las estructuras de triángulos encadenados, de enorme resistencia y estabilidad relativa al material y el peso, se le pueden fijar todo tipo de coberturas, opacas o traslúcidas. Las cúpulas sirven tanto para viviendas como para jardines de invierno o carpas para fiestas, cubiertas con vidrios, plásticos –como la de la foto–, tejas, metales o maderas, y son mucho más fáciles de equipar con servicios que una construcción convencional. Y no tienen ángulos rectos. “La esfera es especial, diferente”, explica Boehm. “Tiene un gran simbolismo, que por algo toda iglesia tiene una cúpula. Estar en una cúpula da un gran bienestar, es como un abrazo que no se consigue en algo cuadrado.”
Boehm está ofreciendo sus servicios como diseñador y constructor de cúpulas geodésicas en Argentina. Para contactarlo hay que escribir –en castellano, el hombre habla hasta chino– al [email protected]. En la página www.domegeodesique.com.fr hay más fotos de las cúpulas ya construidas en Francia.
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