Jueves, 24 de septiembre de 2015 | Hoy
LóPEZ DA LA NOTA (BAJA)
El dúo cubre el under con un repertorio intenso, melancólico y arriesgado.
El dúo López resuelve su foto y se dispone a ensayar en esa sala cercada por amplificadores, al fondo del C.C. Zaguán al Sur. “Es comunitaria, ensayan Cachito Rock, Os Picantes, Porristas, Las Bodas Químicas”, había mencionado “El Negro” Sancho González Casares, baterista, mientras apuraba un sándwich en la parrilla El Litoral. Ahí, en ese barrio de Balvanera arrabalero, él y Miguel López almuerzan, y la charla va a los inicios del ZAS, ocho años atrás: “Los primeros meses comíamos todas las noches acá”, recuerda el Negro, uno de los fundadores de ese reducto de cultura subterránea.
Miguel vino de Godoy Cruz, Mendoza, hace cuatro años. Allá tenía su banda, Futre, pero se instaló en Buenos Aires para profundizar su trabajo como bandoneonista del Tata Cedrón: “Hace como diez años que toco con él, pero siempre tuve la cuestión con la banda. Estuve yendo y viniendo, pero decidí quedarme”. Tocó un poco sólo y conoció al Negro a través de los chicos de Fútbol, cuyo baterista, Tiago Douton, compartía programa en FM La Tribu con el batero y Luis Aranosky.
“Cuando lo escuché tocar, me enamoré”, recuerda el Negro. “Era muy especial, me gustaron las canciones, la crudeza, encima había caído al programa con un ampli chiquito de esos que arma con radios viejas”. López se suelta a hablar de electrónica, transistores de germanio, y menciona una pedalera construida en madera que ya desarmó, y que ahora son pedales individuales. Su Faim estilo Jaguar saca un tono roto y opaco, de textura “cremosa”, según López: “Todas esas guitarras viejas me gustan porque el embobinado de las pastillas es muy pedorro y chiquitito, y anda muy bien, tira un sonido oscuro con poco sustain, todo lo que un guitarrista no quiere, pero a mí me va”.
El sonido viene de los aparatos pero en especial de cómo toca: usa los dedos y acaricia y atiza las cuerdas en acordes disonantes. Inicialmente, el Negro hacía ritmos de rock, pero acompañar las composiciones de López fue un trabajo arduo: “En una me dijo: ‘Los platillos me están matando’. Intenté tocar menos, pero aún era demasiado. Entonces probé llevar la mano del hi-hat a la chancha y al tom para dar con los graves, y fue construir desde ahí”.
Las canciones de Rew, su álbum debut, publicado por el intrépido sello Noseso, datan de diversos tiempos y lugares. “Algunas las escribo yo, otras son extractos de cosas escritas por otro, como Rew, que pertenece al libro Corderoy, de Leo Pedra”, dice López. Su cadencia tanguera al cantar, influenciada por Cedrón, Palo Pandolfo y Pequeña Orquesta Reincidentes, sumada al aire que logran incorporar los instrumentos, hacen del repertorio de López un cuerpo intenso, melancólico y arriesgado.
* Sábado 26 en Ladran Sancho, Guardia Vieja 3811. A las 20.
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