Para la germinación de bandas de rock, no hay mejor papel secante que el colegio secundario; ya que sus aulas son un terreno fértil y enriquecido por bosta y abonos químicos. Aunque la mayoría de los retoños de grupos que brotan en la escuela son vulgares yuyos cuya única virtud es su transitoria juventud, el sistema funciona merced a sus excepciones: bandas –escasas pero maravillosas– que se forjan entre recreos, fumatas de baño, clases tediosas, retos solemnes y bromas pesadas.

Durante el 2004, muchos grupos de colegio se hicieron notar por su frescura, como Orson & Maby Welles, Vino Teento, ¿No será puta?, Los Pibes Forros y otros exponentes de la escena bautizada como “acné-rock”, que tiene como mejor flor a los irreverentes Guardando Polvos. Seis alumnos del Nacional Buenos Aires que se hacen llamar Gabo, Tavo, Javo, Rabo, Pavo y Nabo –todos comparten el apellido Polvo– y que construyen desde la grosería adolescente un mundo no sutil, pero sí muy grosero.

Ganadores del festival Arciel Rock 2003 e invitados a tocar en el Maratón Sylvapen 2 Km, los Guardando Polvos convencen por su punk-pop y sus letras sobre temáticas teen-genuas como el paso a la adultez, el desempleo, la fe cristiana, el ALCA, las drogas, el sexo grupal o el hurto lúdico. Y si bien algunas de sus canciones se acercan al mal gusto (como Bergamota, un burdo elogio de los genitales de las personas de color que haría sonrojar a Shaquille O’Neal), también cuentan con verdaderas gemas del rock Sub-18: “Perdí la virginidad/ dos veces esa semana/ cuando le di a Soledad/ y cuando terminé en cana”, dice la confesional Un rato con los ratis. Buenas chances de sobrevivir al viaje de egresados.

* Cualquier parecido con la realidad, es culpa de la realidad.