Jueves, 24 de julio de 2014 | Hoy
EL SUR Y EL KARMA DE VIVIR
Una temporada abierta y constante en la hermosa escuela del hacelo vos mismo le enseñó a El Sur a crear sus propias armas para librar una batalla contra el mundo y contra nadie al mismo tiempo. Pablo Capurro, baterista y corista, conoció a Esteban Giannone, guitarrista y cantante, en una banda que tiraba al brit rock más clásico. Pudriendo sus creencias y buscando una mejor vía de expresión para los temas que sentían, se separaron de ese grupo y lograron abrazar una onda low-punk entre canciones sencillas, pero geniales. Un combo que incluye temas contestatarios, cultura skater, un par de baladas maravillosas y hasta algunos chistes de Los Simpson.
“Yo venía escuchando Blur y Oasis, y apareció éste y al toque me enfermó con esa onda Nirvana”, dice Esteban. Más allá del cimiento Cobain que se puede llegar a detectar al dar play a We, el disco debut del dúo, publicado el año pasado, también hay que reconocer un punto enorme de El Sur: son sólo dos y suenan como cien. En sus canciones repletas de melodía, gritos y redobles hay una sensación de que una disparatada orquesta punk está haciendo sonar una docena de instrumentos al mismo tiempo. Son sólo una guitarra y una batería, pero suenan a algo más. “Desde The White Stripes flasheé, me rompieron el bocho. Trato de hacer algo parecido a ellos desde la batería, llenar todo lo posible y cuando el tema lo pide. Si llego, le doy cuarenta mil golpes al redoblante en una sola canción”, reconoce Capurro.
Ante la consulta de si agregarían a alguien más a la banda, Giannone resume: “Ni loco, así es más fácil organizar todo. A veces se nos acerca gente al final de los shows para ofrecerse como bajista. Ni en pedo”. La esencia de a dos en El Sur camina genial con sus canciones. Resta picar su último EP, Saltar/Don’t Worry, para llevarse un gustito de su música: por un lado un bardo contracultural repleto de sonidos y velocidad, luego una canción que roza la balada pop sin dejar atrás el ruido. Una dualidad que logra meterse en el rótulo de interesante por la simpleza de su belleza, nada de andar buscando otro mensaje que no está, en una pileta que rebalsa de géneros. “No es lineal. Tratamos de meter grunge, stoner, no dejar de hacer baladas ni temas que bajen un par de cambios.”
Los dos EPs y el disco de El Sur se pueden descargar libremente de su cuenta de Bandcamp. El arte de tapa, las grabaciones, las letras y la logística es obra del dúo, no hay otras personas metidas en los procesos. Esas ganas de hacer todo ellos mismos es su mejor carta de presentación, y no faltan las anécdotas sobre los temas que escribieron yendo a ensayar o el incontable kilometraje de Pablo recorriendo el tramo de su José C. Paz natal hasta Olivos, donde comenzaron a ensayar. “Teníamos la sala los lunes de 23 a 1, tenía que esperar un colectivo que me llevaba en un viaje interminable, y siempre llegaba a cualquier hora de la madrugada.”
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