Domingo, 4 de septiembre de 2005 | Hoy
FAN › FAN > UN ARTISTA ELIGE SU OBRA FAVORITA: CATALINA CHERVIN Y THIRTY BACKWARDS STANDING
Por Catalina Chervin
Siempre admiré mucho a Magdalena Abakanowicz, una artista polaca con una obra interesante, sin concesiones, que acá fue conocida hace unos años, cuando expuso en el Centro Cultural Recoleta una maqueta de la escultura que había creado para el proyecto del Parque de la Memoria.
Me atrae mucho su obra, sobre todo el tema de las multitudes, con el cual yo también trabajo. En la pared de mi taller escribí una frase suya: “Una multitud de personas o de pájaros, de insectos o de hojas, es un misterioso conjunto de variaciones de un mismo tipo. El enigma del rechazo de la naturaleza por la repetición exacta o por la incapacidad de producirla. Del mismo modo que la mano humana es incapaz de repetir su propio gesto, yo invoco esta perturbadora ley y lanzo a mis propias multitudes inmóviles a ese ritmo”.
Vi una muestra suya en la galería Marlborough de Madrid, y ahí me encontré con sus multitudes, con todo este grupo de personajes vacíos. Entre ellas, la obra Thirty Backwards Standing, en la que se ven estas multitudes enormes e informes (a-morfas, de-formadas) de las cuales formamos parte. Esas espaldas vacías llenas de dolor.
Ella comienza su camino como tapicista, trabajando la arpillera y volviéndola escultura, y así la tela se convierte en piel. Para mí el papel donde dibujo es la piel donde se hace una historia. Todos mis dibujos tratan sobre el enigma de la vida, sobre esa línea poética y circular entre el nacimiento y la muerte. Trato de pintar el grito, como decía Bacon. Ese grito sin garganta, ese grito sin retorno, porque del otro lado no hay Dios. Hace algunos años, sin ser una persona religiosa, me encontré pensando en el tema del Apocalipsis. Ese Apocalipsis se reproduce en cada individuo y en cada sociedad, en cualquier momento, y sería el fin de un recorrido, de un tramo, de una época, y el comienzo de una nada como a la espera de un demiurgo. En ese diálogo entre la esperanza y el temor, entre la vida y la muerte, quiero representar la zona donde lo Uno se convierte en muchos y los muchos se reconcilian en lo Uno. Por eso me apasiona la obra de Magdalena Abakanowicz, que con su trabajo toca esta idea.
Veo en su obra algo que yo también trabajé con mis retratos, mostrando lo que la gente no quiere mostrar. Esa anatomía que se hace en el cuerpo con la emoción, lo que pasa debajo de la piel, esa emoción que va esculpiendo cada uno de los cuerpos y creando una anatomía que no se puede ocultar.
A eso se suma el hecho de que es polaca, y nosotros tenemos mucha conexión con Europa del Este: esa cosa trágica y sin concesiones es un lenguaje que podemos entender.
Para mí el arte, entre otras cosas, es buscar un lenguaje, y para eso hay que saber, hay que trabajar mucho y ser honestos. Magdalena Abakanowicz es una artista que me acompaña en el trabajo en mi taller, en ese trabajo solitario, lleno de dudas, de felicidad y de sufrimiento.
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