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Domingo, 17 de julio de 2011

FAN › UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: ALEJANDRO MEDINA Y “HEY JOE”, DE LA JIMI HENDRIX EXPERIENCE

Yendo hacia algún lugar

 Por Alejandro Medina

Hay muchas canciones que me vienen a la cabeza. No quiero empezar con “Popotitos”. Tampoco con “Fever”, ni con nada de Los Beatles. Vamos a ir directamente a “Hey Joe”, de la Jimi Hendrix Experience. En la época de The Seasons, yo era muy joven. Y en el grupo también tocaba Ringo Bonavena. Estuvo un tiempo con nosotros, después de que lo dejaron los Shakers. Hicimos un par de shows con Ringo. Y también algunas grabaciones que se perdieron. Fue Bonavena el que me trajo el disco, un single de 45 RPM en el que estaba “Hey Joe”. No me acuerdo qué tenía del otro lado.

Y ahí me llegó ese tema, junto con uno de James Brown, “It’s a Man’s World”. Los dos me impactaron muchísimo. Fue por el año ‘66. Los escuchaba en casa, en un tocadiscos Winco enchufado a una radio grandota. Con “Hey Joe” viajé como un loco. Me resultó maravilloso: el ritmo, la armonía, la melodía. La división rítmica de las voces. Su forma de tocar la guitarra, haciendo solos y cantando.

Hendrix era un tipo impresionante. No sabía nada de él. Después conocí su obra. Y me hice fan de Hendrix, para toda la vida. Está en el altar de mi microcosmos, junto con Ramsés, Jesús, John Lennon, Gardel, mi abuela, mi viejo y un montón de seres maravillosos. ¡Soy santista! Nací el Día de Todos los Santos, debe ser por eso.

Lo que me pegó de “Hey Joe” fue el sonido de la guitarra, la forma de modularla de Hendrix. Pero también el acompañamiento del bajo y la guitarra: el trío en sí. Cómo cantaba Jimi... muy fuerte. Hacía una cosa diferente a todo lo que había existido hasta ese momento. De atrás para adelante, venía escuchando a Los Beatles, Ray Charles, Elvis Presley, Ornette Coleman con Gillespie, Charlie Parker, Ron Carter, Buddy Rich, Coltrane, Miles Davis.

Pero Hendrix estaba abriendo una puerta a una cuarta dimensión. Una puerta muy loca. Y sólo él pudo hacerlo. Así como él abrió una puerta, Manal abrió otra en Sudamérica. Cada artista que ha marcado una época profundamente, ha abierto una puerta. Y la de Hendrix llevaba a donde pudieras llegar vos: era algo muy intenso, muy épico, muy salvaje. Con una dulzura muy extraña.

Hendrix era de Estados Unidos, la cuna del blues. Y se nutrió ahí: era medio indio, y creció rodeado por el blues. Nosotros tocamos el blues de ellos. Porque, si no, acá seríamos tangueros o chalchaleros. Pero bueno, tomamos esa raíz. Y también nos pegó mucho, porque tiene que ver con todas las músicas de raíz pentatónica primitivas. Todas las corrientes que han pasado por América. Acá también llegó la inmigración afroamericana, con el candombe y con la milonga. A mí me gusta más la corriente de Hendrix que la del candombe, porque esos eran los sonidos nuevos que estaban apareciendo en el mundo.

Todo viene del seis por ocho. Y Javier Martínez investigó en esos ritmos. Así salieron temas de Manal como “Doña Laura”. En sí, la base fundamental era el cuatro por cuatro del rock and roll. Y del bebop, del jazz, por el swing. Eso en Manal venía de parte de los tres: curtimos esa música. Y, en mi caso, de pequeño, a los diez años, empecé a estudiar trompeta en el Conservatorio. Sabía música, leía partituras. Y me junté con Carlitos Mellino y, juntos, aprendimos mucho con The Seasons. Teníamos catorce, quince años. Eramos muy jóvenes.

Lo que me llegaba era el golpe del rock. La polenta que tenía. Estar en una banda de rock a los catorce años fue muy fuerte. Una fuerza nueva. Una esperanza. Creer en eso.

No me metí en profundidad en la obra de Hendrix. Yo, simplemente, escuchaba. Como soy bajista, no tenía que andar prestándoles atención a los solos ni nada. Soy un tipo más rítmico-armónico, al revés que un pianista o un guitarrista. Pero me interesaba la forma de tocar la guitarra de Hendrix, esa magia que tenía. Y el sonido, el Echoplex, algunos efectos que ponía, las cintas pasadas al revés. Era muy loco. Muy volado. Muy alto.

Pero nunca vuelvo a escuchar la canción para descubrir algo nuevo. No pasa eso por mi cabeza. Cuando escucho “Jugo de tomate frío”, suponte, no vuelvo al momento en que lo grabamos. Yo sigo para adelante con “Jugo de tomaaate fríiio”. O con cualquier canción. Siempre algún amigo está escuchando “Hey Joe”, o un disco de Jimi. Siempre. Pero no se trata de volver a ningún lado. Yo no vuelvo nunca. Uno está yendo, no volviendo, aunque esté pensando en esa música. Cuando uno canta el Himno Nacional, no está volviendo a 1810. Está yendo con esa música hacia algún lado.

Alejandro Medina y la Medinight Band se presentan el sábado 23, a las 21.30, en el bar La Perla de Once (Av. Rivadavia 2800).

El último disco de Medina fue editado este año y se titula Yo soy.


La primera versión de “Hey Joe” de la que se tiene registro no fue la conocida por todos: la banda de garage angelina The Leaves la editó en un simple allá por 1965. El autor era un tal Billy Roberts, que por entonces tocaba en un trío folk de San Francisco llamado The Driftwood Singers y, a través de un amigo, se enteró de la grabación de The Leaves. Recién un año más tarde, The Jimi Hendrix Experience la incluyó en su single debut. Según cuenta la leyenda, fue después de escuchar a Hendrix tocar ese tema que Chas Chandler –bajista de Los Animals a punto de dejar de serlo– se convenció y lo llevó a Londres para hacerlo firmar un contrato de grabación y representación. También lo ayudó a encontrar a los músicos que integrarían la Jimi Hendrix Experience, Noel Redding en bajo y Mitch Mitchell en batería. El primer single que grabaron fue, precisamente, Hey Joe, que venía acompañado por una de las composiciones más tempranas del astro de las seis cuerdas, “Stone Free”. El resto es historia.

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