Domingo, 17 de julio de 2011 | Hoy
VALE DECIR
Un nuevo “club de la pelea” ha abierto sus puertas en Nueva Jersey. Pero, a diferencia del Fight Club de Chuck Palahniuk, aquí la lucha no es cuerpo a cuerpo, ni anticapitalista ni indiferente a la clase social: The Destruction Company convoca a jóvenes ricachones para que, a cambio de miles de dólares, rompan televisores, jarrones, motos o laptops y liberen su estrés.
“La destrucción es un mercado libre”, avisa desde la web la firma que promete acomodarse al tiempo que sus clientes tengan para “liquidar” un piano e incluso permite reservar sesiones regulares. Todo cubierto por un manto de discreción y encuentros en un galpón secreto. Claro que para participar no alcanza una tarjeta dorada: otro miembro tiene que extender la invitación. Así, por un pago anual más el costo de lo que se rompa (desde un juego de platos de 10 dólares a un auto de 100 mil), se ingresa a sesiones grupales o individuales (a elección) que se filman para que el participante luego se vea en pantalla.
Ojo, hay reglas: no se pueden usar armas de fuego (pero, calma, sí se proveen espadas de samurái, bates de béisbol o hachas), ni apalear seres vivos o abusar de drogas y alcohol. “No se trata de hacer apología de la violencia, sino de demostrar que –a veces– es bueno destruir cosas”, explicó un portavoz oficial. Y agregó: “La gente se afilia por distintos motivos. Algunos quieren desahogarse; otros, vengarse de la tecnología que gobierna sus vidas”. El atractivo de la propuesta, al parecer, es unisex: el 40 por ciento de los miembros son mujeres.
Como dijo David Fincher cuando dirigió la adaptación de la novela de Palahniuk: “Estamos diseñados para ser cazadores y estamos en una sociedad de compradores. Ya no hay nada que matar, o con lo que pelear, nada para triunfar, ni qué explorar”. Mientras tanto, The Destruction Company ya baraja la posibilidad de abrir nuevas “sedes” en Los Angeles y Londres.
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