FAN › UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: MARCELO KATZ Y “SOLACE”, DE SCOTT JOPLIN
› Por Marcelo Katz
De todas las músicas de películas que me gustan, me quedo con una pieza de Scott Joplin incluida en la película El golpe, especialmente por lo que significó para mí en la vida. Yo tenía 12 o 13 años cuando se estrenó en los cines y tuvo en mí un efecto alucinante. La banda de sonido principal era un viejo tema, un ragtime de Scott Joplin, “El anfitrión”, que dejó a todo el mundo impactado, al punto que el éxito de la película rebautizó al tema: todos lo llamaban “el tema de El golpe”. Su tremendo éxito resucitó un poco al gran Joplin, que había sido olvidado para ese entonces. Dentro de la película había otra pieza, también de él, una pequeña habanera llamada “Solace”, que tenía una cosa muy particular: no dejaba de ser un tema de jazz, pero a su vez era como un tanguito lento, melancólico, nostálgico y alegre, todo junto con la inocencia de un tema de cajita de música. Yo ya llevaba unos seis años estudiando piano, tenía y seguí teniendo formación académica, pero había algo en esa síntesis entre el jazz y la música clásica, cierta liviandad que lograba “Solace” que me voló la cabeza, y que me iba a pasar buscando el resto de mi vida.
Esta combinación de cosas tiene bastante que ver con todo aquello con lo que me nutrieron mis padres de chico. Así como era una rutina ir a ver las películas de Trinity, también me llevaban a ver otras para “grandes” como El golpe, de la que salí fascinado. También íbamos a escuchar mucha música. Por ejemplo, solíamos ir a un lugar llamado La Cebolla, un café concert, de los primeros, en los años ’70, en los que vi a Susana Rinaldi y a Les Luthiers, cuando recién arrancaban, un lugar muy accesible en el que de pronto se podía ver también a Piazzolla. Para esa época mi viejo, que era médico, conocía a mucha gente, le gustaba llevarnos a saludar a los artistas al terminar los espectáculos. A mí me encantaba acompañarlos: al cine, a los conciertos, a ver peleas, porque también me llevó a ver boxeo, y así como le di la mano a Pugliese, también le di la mano a Tito Lectoure. En una de estas maravillosas recorridas, al término de una pelea me llevó frente a él y me dijo: “Acá tenés, una auténtica gloria del boxeo argentino”, y Lectoure se agachó para darme su manaza, sonriente. Así fue mi infancia, del Luna Park al Colón, una enorme fantasía: de este modo alimentaron mis viejos mi imaginario, y en medio de ese mundo y de esa apertura fue que vi esta película y escuché esa música de la que, tiempo después, todavía estoy convencido de que fue fundamental para todo lo que hago.
Por supuesto que mi búsqueda fue larga. De hecho, al principio tuve que aprender a tocar el tema de El golpe por mi cuenta, a escondidas, porque estudiaba piano con una profesora clásica que no quería que tocara esa música. Mi madre me compró la partitura y la estudié solo. Una de las cosas que tiene la pieza es eso que decía antes, mucha simpleza y profundidad a la vez, algo que quizá de grande volví a encontrar en Erik Satie, en Kurt Weill o en George Antheil. Hoy cuando la escucho, o cuando la enseño a algún alumno, me vuelve esa sensación que tuve de chico, que hizo que luego me dedicara a estudiar jazz y que, entre las muchas cosas que hice, terminara muchos años después como pianista y arreglador de la Porteña Jazz Band.
Con los años volví a ver la película, y aunque me sigue gustando mucho y su resolución me sigue pareciendo mágica, sé que hoy no tiene el mismo impacto, es una película que tiene algo de la inocencia de su época. Una de las principales cosas que produjo esta maravillosa música en mí fue la necesidad de buscar ese lugar, esa frontera, donde se cruzan esos lenguajes que para muchos otros músicos tienen improntas muy marcadas que las separan: la música popular y la mal llamada música culta. Por eso para mí Stravinsky está ligado a Ellington y a Frank Zappa, como Satie a Joplin: no los puedo separar, veo en todos ellos una misma manera de entender la música y de desarrollarla. Nos legaron una libertad total para ir de un recurso a otro sin solución de continuidad. En eso, en Joplin y en El golpe, en ese encuentro, descubrimiento y alucinación al comienzo de mi adolescencia, está para mí, creo, el origen de toda mi inspiración.
Marcelo Katz & Mudos por el Celuloide, el trío integrado por Katz, Demian Luaces y Eliana Liuni presenta su primer disco, un álbum que ofrece composiciones creadas para acompañar clásicos del cine mudo, como, entre otros Fausto, Tabú y La última carcajada de Murnau, El perro andaluz de Luis Buñuel, Entreacto de René Clair, Estrella de mar de Man Ray, y Metrópolis de Fritz Lang. Las presentaciones en vivo serán todos los jueves de julio, a partir del jueves 5, a las 21, en el Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543.
Localidades a $ 40. Más información en www.mudosporelceluloide.blogspot.com
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