Domingo, 5 de enero de 2014 | Hoy
FAN › UNA FOTóGRAFA ELIGE SU FOTO FAVORITA: MARIANELA PORTILLO Y THE BALLAD OF SEXUAL DEPENDENCY DE NAN GOLDIN
Por Marianela Portillo
Mi primer contacto con la fotografía fue a los 12 años, cuando no tenía una cámara ni sabía de qué se trataba, pero en cada discusión o pelea que se daba dentro de mi familia creía que eso debía ser filmado, fotografiado. Podía distinguir la nube, la escena, lo otro de mí misma. Siempre algo de belleza veía en eso mismo que me daba dolor. El estado de las cosas, transformado, con otro peso, otro tiempo, parecía no terminar, deseaba el fin pero algo retenía, la felicidad de estar mirándolo desde otro lugar, observando aquello propio y doloroso multiplicarse en imágenes y sentidos.
Muy poco tiempo antes de comprar mi primera cámara conocí a Nan Goldin y luego de unos cuantos años de ver y rever sus fotos entendí aquello que me sucedía cuando era chica. Entendí que tenía que fotografiarlo.
Conocí algunas de las fotografías de Nan por un amigo a fines de los ’90. Inmediatamente me enamoré, sólo quería ver más y más fotos de ella.
Fue una artista precoz. Comenzó fotografiando a sus amigos drag queens cuando apenas tenía 15 años en los ’70 en la ciudad de Boston y continuó toda su vida documentando sus vínculos, los sucesos de su vida, viajes, amores, con una obsesión desmedida y bajo una mirada intensa.
Siempre pienso en enviarle una carta. Llevo escritos cinco bocetos posibles y en cada uno le explico que nunca sé si algún día podré terminarla. Tuve intentos de ir a buscarla a París, imaginé que la abrazaba, soñé que festejábamos un cumpleaños juntas, la misma noche que leí que habíamos nacido el mismo día.
En el 2000 me encontraba en Bruselas trabajando. Recuerdo caminar durante todo un día hasta llegar a una librería, donde quería comprar varios libros de fotos. Tenía mi listado y la primera de la lista era Nan. Hacía ya un año que la conocía, pero nunca había tenido un libro de ella en mis manos. Había grandes mesas con muchos libros de arte y desde la vidriera miraba fumando, tratando de encontrar la tapa de The Ballad of Sexual Dependency, que no sabía cuál era. Apagué mi cigarrillo y decidí entrar a ver todo más de cerca.
Me paré frente a la mesa de fotografía y lo primero que vi fue a Nan acostada en la cama mirando a Brian. Agarré el libro y me quedé en esa escena tan íntima. Con la foto de tapa de The Ballad of Sexual Dependency entré a su mundo. Ella está ahí, recostada, apoyando su mano calma sobre la sábana, mirándolo a él sentado al borde de la cama, largando humo luego de pitar su cigarrillo. Sobre la pared se ve una foto colgada de Brian mirando a cámara con un cigarrillo en la boca. Una escena con pocos elementos bañada de una luz naranja intenso. ¿Es el cigarrillo de después de haber tenido sexo? ¿Habrían discutido? ¿Ella estaba bien? ¿O simplemente lo mira sabiendo que está autorretratándose, esperando que esa imagen le devuelva algo de sí? Sus fotografías pueden revelarse con las palabras justas, las que nos cuentan posiblemente lo que ella vio, como lo hace con sus títulos, “Nan and Brian in bed, New York City 1983”. Un suceso, un lugar, una fecha y sus escenas, abren los sentidos, denotan estados, condensan emociones.
La honestidad brutal, la transparencia y lo afectuoso de toda su obra animan mi vocación por el registro, por fotografiar aquello que me conmueve, que deseo nunca deje de existir. Como estar en el final de una fiesta maravillosa y pedirles a todos los que se quieren ir que se queden un rato más, que todavía no ha terminado.
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