Domingo, 30 de noviembre de 2014 | Hoy
SALí
Por Eleonora Biaiñ
Ambiente cálido y bohemio, buenos precios, platos para compartir y atención hasta altas horas de la noche. Así son los lugares que están cerca de los circuitos del teatro off porteño, muchos de ellos elegidos por los mismos elencos teatrales para saciar el hambre. En el caso de Lúcuma, en el Abasto, los clientes saben que si tienen que llegar a horario a la función, vale la pena organizarse para disfrutar de elaboraciones que toman tiempo y dedicación. No es para ir con apuro o de pasada.
A poco de cumplir los tres años en el barrio, el emprendimiento de Wilder Shisko y Karin Loyola se especializa en la cocina de las sierras y la costa peruana. La pareja ofrece una carta que cambia cada cuatro meses, con clásicos como el ceviche, la causa y los arroces, pero también platos propios como las bruschettas de pan de maíz morado con huacatay o los langostinos en tempura de kiwicha (amaranto).
Todo es para compartir, con picantes adaptados al comensal argentino. Entre lo más pedido están el ceviche de lenguado ($ 140), el arroz chaufa de quinoa con cerdo ($ 140) y los langostinos al wok ($ 85). Dentro de los especiales, la causa con salmón acevichado con papa colorada ($105) y el ojo de bife pachamanquero y chip papa huayro ($130), platos que sólo se pueden probar en Lúcuma.
La chicha morada ($ 35) está elaborada con manzana y ananá licuados en el momento, y también suman una versión con fernet ($ 80). Entre las bebidas, además de una variedad de tragos y vinos, se ofrece cerveza cuzqueña en porrón ($ 40).
De postre, la sugerencia son las manzanas torneadas sobre caramelo de quinua con helado de lúcuma ($ 95), una receta de la abuela de Shisko.
Para quienes estudian teatro por la zona, y a pocas cuadras de salas como el Teatro del Abasto, la Casona de Humahuaca y Elefante Club, este restaurante peruano de pocas mesas y corazón grande es una excelente opción para el encuentro.
Lúcuma queda en Humahuaca 4101. Teléfono: 4861-2838. Horario de atención: lunes a sábados, de 20 al cierre.
Por amistad con sus dueñas, los elencos que ensayan en El Método Kairós y en Multiespacio 1414 encontraron un lugar para juntarse a comer bocaditos de pescado y sándwiches con sabores del mar Caribe en La Petisquería Bonpland. El local es sencillo pero colorido, con un gran mural de la divinidad orishá Reina del Mar Yemanya y cuadros de pintura al óleo, una barra, mesas de madera con caminos de tejidos de lana, el piso pintado de verde azulado. En la vereda además se suma un par de mesas para aprovechar el aire libre.
La cocinera colombiana Perla Zuloaga tenía un catering y daba clases de pastelería. Silvania Barros Dos Santos, brasileña, fue encargada del bar del Teatro La Mueca. Juntas decidieron hacer realidad el sueño del negocio propio. En base a las coincidencias de propuestas e ingredientes de ambos países elaboraron una carta –que, como el servicio, todavía se está ajustando– en la que dicen presente pescados, arroces, frutas tropicales y salsas agridulces.
Como en un bar playero, el lugar ofrece peixe frito ($ 60), langostinos apanados ($ 75), empanadas de pescado ($ 60), coxi-nhas de pescado ($ 65). Frituras sequitas y sabrosas que también se pueden pedir en tabla para cuatro ($ 160). Otra opción: deditos hawaianos (fritura de hojaldre rellena de panceta, ananá y mozzarella, con salsa dulce) que en las calles de Cartagena se venden como golosina.
Los panes son elaborados in situ, y además de la ir a la panera –que llega con chutney y picantes– se utilizan para los sándwiches, como el de filet de merluza apanado, con pera y rúcula ($ 75) o la hamburguesa de cerdo y chorizo ($ 85), ambos con papas fritas.
Para beber hay jugos y licuados, cervezas (entre ellas, la artesanal Garak, $ 65) y caipirinhas. De postre, copa de frutas con papaya, mango, maracuyá y ananá, crema y coco (según disponibilidad), espuma de maracuyá, brigadeiros y beijinhos (desde $ 35).
Música reggae y salsa, buena onda y sonrisas, una opción para la salida post teatro palermitana.
La Petisquería Bonpland queda en Bonpland 1367. Horario de atención: lunes a sábados, de 10 a 24.
Bodega Campo, que este año cumple una década a pasos del circuito de salas de las avenidas Corrientes y Callao, es un clásico elegido por espectadores y elencos teatrales. El local tiene algo de la estética del bodegón que permanece intacta desde su apertura, cuando la pareja de Joe López Aranda y Mariana Colombo decidió poner un bar de tablas y picadas al que luego sumaron platos de cocina regional, que sin ser ortodoxas se hicieron sumamente populares en la zona.
El actual salón ocupa una parte del edificio del Instituto Universitario Nacional de Arte, que está al lado y que luego se dividió; un espacio donde también funcionó el Club del Teatro, de Guillermo Bredeston. El ambiente –que antaño fuera un depósito de utilería– tiene paredes de ladrillo a la vista de las que cuelgan tapices, ponchos y boleadoras y está ocupado por mesas de madera que se cubren con individuales de papel y a la noche se iluminan con velitas.
En la cocina está López Aranda, elaborando los tamales y humitas ($ 52) el locro y el pastel de papas ($ 60), que son los platos más pedidos y salen todo el año, junto con el guiso de cordero patagónico a la masa ($ 77). Para compartir están las pizzas y empanadas, los platos de carne como la bondiola al horno con puré de batatas y guarnición de manzanas agridulces ($ 160) y el pollo relleno con salsa de naranjas ($ 150). También, las picadas con embutidos artesanales y encurtidos caseros (desde $ 130). Para tomar, se sirven vinos, cerveza y gaseosas. Y, de postre flan casero ($ 35) y quesillo de cabra tucumano con dulce de cayote ($ 55). Pide uno, comen dos.
A la noche no se escucha folclore sino jazz o rock y Mariana Colombo canta tangos dos veces al mes (consultar fechas). Como está abierto hasta tarde, allí se suelen reunir luego de las funciones los artistas que hacen obras en El Vitral –como Mosquito Sancinetto– y los que hacen stand up en El Paseo La Plaza, como Gustavo Berger y Martín Rocco, que son vecinos y habitúes.
Con una década de vida, Bodega Campo ha sido testigo de innumerables funciones.
Bodega Campo queda en Rodríguez Peña 264. Teléfono: 4371-0225. Horario de atención: lunes a viernes, de 10.30 a 17, y de 18 al cierre. Sábados, de 20 a 2.
Fotos: Pablo Mehanna
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