Había una vez un accesorio hecho de material termocromático que mudaba de color según la temperatura corporal de quien lo usase. Había una vez una época, los ’70, en que fue furor; y otra, los ’90, donde hubo revival. Había además una leyenda: que el adminículo era indicador de estado anímico. Y por tanto, tal fue su nombre: anillo del humor. Como los eternos y cromoactivos souvenirs marplatenses de forma animalada o religiosa, pero ya no para pronosticar el clima sino la situación emocional. Empero, nuevos tiempos demandan más ceñidos resultados, y una compañía finlandesa de diseño, Moodmetric, se ha dispuesto a conseguirlos. Cambiando los cristales líquidos de antaño por sensores biométricos y una aplicación móvil que manda informes al ordenador, valga la aclaración.

Disponible a partir del año próximo con la promesa de “promover la felicidad” y “mejorar la calidad de vida”, se trata de un anillo inteligente que identifica y mide las emociones de quien lo usa y, a la vez, lleva un registro diario de sus cambios de humor, incluyendo además ejercicios para aplacar nervios, entre otras cuestiones. “Realiza un seguimiento de los niveles de emoción y reacción. Mide los pequeños cambios en la piel, que provienen del sistema nervioso autónomo”, explica Niina Venho, jefa de operaciones de la firma y defensora de que el wearable “hará que las personas se conozcan mejor a sí mismas”. Ni terapia, ni autoayuda: nada mejor que un anillo para alcanzar la iluminación total.