Domingo, 29 de abril de 2007 | Hoy
SALí
Por Julieta Goldman
Una recorrida por condimentos, salsas y especias del Pacífico definen por completo la mezcla de sabores que propone Kómodo. En la ochava de la arbolada República de la India y Cabello, frente al Zoológico, se alzan dos grandes paneles de vidrio que en su interior albergan la cultura de Oceanía y de Australia con influencias de Oriente, aunque también se cuelan especialidades peruanas, todo adaptado para un paladar local. Bienvenidos entonces a la cocina denominada Pacific Blend, donde la agrupación de Oriente y Occidente está presente pero sin llegar el extremo de ninguno de ellos y, por supuesto, todo adaptado para el paladar argentino.
Juego de palabras entre comodidad y la lejana Isla de Komodo, en Indonesia, tres socios abrieron este restaurante que desde principios de 2006 recibe entre treinta y cuarenta comensales por noche. Los domingos es día exclusivo para el sushi, que también se expande entre sus sabores y deja entran al blend en la combinación de sus piezas y salsas. Además del clásico wasabi y la soja, la bandeja incluye una salsa a base de jengibre, canela y miel y otra con jugo de mango. Y por estas semanas ofrecerán una nueva variante de sushi: el caprese, con albahaca, tomate cherry y queso Philadelphia.
De lunes a sábados la carta se amplía y la cocina también. Además de sushi se puede elegir alguna de las tentadoras entradas: ceviche, ensalada con calamares y sweet chili sauce o gyozas de cordero braseado a la menta. Y luego ocho platos principales dificultan la decisión más importante. ¿Rueda de cordero braseado o Salmón con Spaetzle de jengibre?, ¿Pappardelle (cintas anchas) con calamaretis salteados o pesca del día en espuma de pisco sour?, ¿Linguini priavera, pechuga de pollo grillada o ternera con torre de papas? Para cerrar la velada se recomienda probar las frutas de estación con sorbete de frutos rojos que incluye ananá grillado (sí, a la parrilla), uvas al oporto, sopa tibia de pomelo y chocolate blanco y kiwi al natural.
Escondida en un piso subterráneo se está terminando de armar una cava, que pronto funcionará para degustaciones de vinos y comidas o como salón más íntimo para clientes que buscan absoluta privacidad y anonimato.
Kómodo queda en República de la India 2899. Abre de domingos a sábados por la noche. Reservas al: 4802-8064
Por Cecilia Sosa
En el corazón de Boedo, y liderando el vendaval modernizante que parece sacudir la melancolía barrial, está Pan y arte, un bar restó que combina comidas artesanales, buenos vinos, arte y música.
Continuando la tradición que comenzó hace casi veinte años cuando una familia mendocina cuando se instaló en la esquina de Muñiz y Las casas y salió a vender empanadas a la calle (hoy un hito barrial llamado Pan y teatro, a cargo del pater familiae), Germinal Marín Moreno, el hijo mayor (34 años), tomó carrera y se instaló a me-tros de Boedo e Independencia, donde montó un cálido restó con aires de campo donde su madre Liliana deleita a los comensales con sus más osadas creaciones mendocinas.
Entre las proezas de la casa se alistan unas temerarias picadas, pizzas de campo y platos exclusivísimos como la carne a la masa, el arroz leyenda, la masamama de pollo y jengibre (con puerros y cebolla, macerado en limón y naranja, envuelto en masa casera y acompañado de peras y manzanas), la ca-labaza con humita y el pastel mendocino (con canela, azúcar y pasas). Todo sale con un panes recién horneados que levantan gritos de admiración entre los presentes. Para los postres, imposible resistirse al crêpe Lola Mora y al señorial volcán Amor de chocolate y menta. Y para calentar paladares la recomendación oficial son las botellas de la Familia Zuccardi que debuta con Alma 4, un inspirado tinto espumante.
Los mediodías y noches de lunes a miércoles se puede degustar las nuevas ideas de Liliana que vienen en menúes completos que no pasan de 15 $. Las noches de Pan y Arte siempre deparan sorpresas: episódicas veladas de tango, jazz y trova cubana en un amplio salón que invita al baile.
El lugar tiene delivery y también un pequeño almacén donde elegir alguna delicatessen regional para llevar a casa: dulces, miel, frutos secos, olivas, curry, alcauciles y, claro, los panes de la felicidad.
Además, desde el 7 de mayo, Pan y arte tendrá sala de teatro y escuela de arte propia. Entonces, aquel sueño de teatro y placeres regionales estará cumplido.
Pan y arte queda en Boedo 880, 4957-6702. Abre de lunes a lunes de 8 a la madrugada.
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