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Domingo, 29 de abril de 2007

VALE DECIR

Perrunos

Una pata de caniche

Miles de mujeres japonesas –de las ricas, y otras con aspiraciones— han caído en las redes de un mismo fraude comercial: les vendieron corderito por poodle. No sólo eso: las ovejitas que les encajaron se hicieron pasar por un tipo especial y presuntamente muy selecto de perrito lanudo. Los bichos fueron importados en grandes cantidades del Reino Unido y Australia y puestos a la venta como “la mascota de moda que nadie suficientemente cool puede dejar de tener”, a través de una compañía en internet. Pero la trampa quedó al descubierto cuando la estrella Maiko Kawakami se quejó en un talk show televisivo de que su nueva perrita no ladraba y se negaba a comer alimento para perros. Al mostrar las orgullosas fotos que llevaba encima, la desasnaron al aire, indicándole el perro que le habían metido, o mejor dicho, que no le habían metido. Fue a partir de semejante humillación pública que cientos de mujeres se pusieron en contacto con la policía para contar que ellas también habían comprado corderitos totalmente engañadas. Pero si el truco funcionó, intentaron explicarle al mundo algunos medios locales, no es porque las mujeres niponas y ricas compartan algún tipo de deficiencia mental, sino porque las ovejas son raras en Japón, y es mucha la gente que ni siquiera sabe bien qué aspecto tienen. El costo de los supuestos cachorros de pedigree era el equivalente a unos 1000 dólares. Mucho más de lo que van a sacar en lana.

El objeto de la semana: una verdadera perra

El perro también tiene derecho a la recreación sexual. Esa es la razón principal para comprar una unidad de este invento recién lanzado al mercado por Clement Joy. Por eso y para que el Fido deje de frotarse contra nuestras piernas cada vez que está alzado. El juguete en cuestión es una muñeca canina “sexy”, de tamaño natural y curvas de silicona. Algo así como una muñeca inflable de las que suelen usar sus amos, pero con forma de perrita, y resistente a las impulsivas y compulsivas mordidas de la mascota calenturienta. La fisonomía del producto, se promete, es igual a la de cualquier perra: sus músculos están moldeados de manera tal de parecerse a los de una de verdad. Por atrás tiene un orificio rosado, que el fabricante le recomienda –al amo, no al usuario– mantener siempre higienizado. Y a ver cómo nos lo agradecen.

Los del rabo entre las patas, al frente

Todo el asunto suena un poco sospechoso y poco gentil para con nuestro mejor amigo, pero es así: acaba de lanzarse un curso para entrenar a “perros cobardes”. El entrenamiento se presenta, un poco más elegantemente, como un sistema para incrementar la confianza y la autoestima de los ropes que aún no han conseguido ponerse en contacto “con su lobo interior”. Se trata de un curso pergeñado por la experta austríaca en comportamiento animal Marianne Prutsch, y ha demostrado ser un éxito en su país. “Cada vez más perros están asustados de su propia sombra (sic)”, explica y factura la tal Marianne, “y este curso está diseñado para volverlos más seguros de sí mismos”. La idea, aclaró también, no es hacer a los perros más agresivos, ya que “las canes más seguros y confiados rara vez se ponen nerviosos o muerden, y son más divertidos (sic de nuevo)”. Pero nada de lágrimas de cocodrilo: que nadie se sorprenda ni se queje si entrega un hermoso labrador de esos que se usan en las publicidades y le devuelven un Rottweiler.

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