Domingo, 8 de febrero de 2015 | Hoy
VALE DECIR
En clara actitud defensiva (bueno... y animista), un libro juzga a su potencial lector antes de que dicha persona pueda juzgarlo a él, y si su veredicto es negativo, la respuesta es rotunda: no se deja abrir. A no temer, no es cosa ‘e mandinga: apenas obra y gracia de un artista y multipremiado director creativo holandés, ducho en las bondades del reconocimiento facial. Porque ése es el sistema que esta pieza utiliza al momento de definir si el/la interesado/a ha hecho los suficientes méritos para incurrir en la lectura. Empero, lejos del positivismo lombrosiano, el prototipo creado por Thijs Biersteker no califica tipologías sino emociones, según explica su inventor: “Al acercarte al tomo, éste escanea tu rostro buscando cualquier signo de prejuicios. Si estás ansioso, demasiado excitado o decididamente aprensivo, permanecerá cerrado. En cambio, si la expresión facial es neutral, libre de preconceptos, el mecanismo envía una señal de autorización, el cerrojo se libera y el libro se desbloquea”.
Una cámara y una placa Arduino (plataforma de hardware libre, diseñada para su fácil adecuación en disímiles proyectos multidisciplinares) es todo lo que requiere el adminículo que recientemente ha sido presentado —y laureado— en el congreso Art Directors Club, de Países Bajos. “A menudo me inquieta que mi escepticismo y juicio obstaculicen mi capacidad de asombro, cuando nunca deberían interponerse con el entusiasmo implacable de experimentar algo por primera vez”, anota Biersteker en el sitio oficial de The Cover That Judges You (La portada que te juzga), título que bautiza la mentada creación. Ahora bien, si las páginas escritas del interior valen realmente la pena, ni noticias. Después de todo, pura fachada.
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