La anónima casada cree estar teniendo un “affaire emocional” con un compañero de clase y, en un gesto de evidente desesperación, escribe al periódico británico The Guardian solicitando urgente recomendación. “No creo que escale a nada importante, pero ha modificado el modo en que me relaciono con mi marido ¿Es una fase, o el símbolo de algo más serio?”, interroga la doña (o doñita, según) al consultorio sentimental del mentado diario. La respuesta no tarda en llegar: “Revigorizá tu matrimonio”, “Vayan a ver un show cómico” (sic) o “A menos que no valores la monogamia, limitá la interacción con tu nuevo compañero”… Nada nuevo bajo el sol de enero, salvo porque quien escribe las líneas salva-consorcio no es otra que Alanis Morissette, flamante consejera semanal del diario brit en una sección fija (Ask Alanis). Consejera que, habiendo estrenado pluma el pasado 16 de enero, viene a ocupar la vacante dejada por otra famosa, la actriz Molly Ringwald, amén de lidiar con dilemas sobre “amor, familia y vida en general”.

Y no, no es necesariamente irónico, como bien lo serían 10 mil cucharas cuando solo se necesita un cuchillo (ausente). Al menos, según la artista canadiense, que asegura ser la terapista de sus padres, hermanos, familiares varios. “Es el rol que asumí en base a mi intuición y empatía”, admite quien, antaño, fuera bautizada la reina del rock alternativo angustioso por su disco Jagged Little Pill, que el año pasado cumplió 20 años. Y aunque le siguieron otros temas (de congoja), la realidad es que Alanis está cansada de expresarse de un modo único. “Las canciones tienen una limitación: solo duran tres o cuatro minutos”, subraya quien decidiera explayarse en papel resolviendo disyuntivas de lectores todos. Y, en el ínterin, “mostrar su intimidad y vulnerabilidad”. No solo en su columna: también en un libro autorreferencial de autoayuda, Perpetual Becoming, de posible lanzamiento en marzo; y en sus podcasts, también de asistencia. Una auténtica angelita de la guarda.