“Arndt Schlaudraff no se considera un artista. Ni siquiera es arquitecto. Tiene un pasado en publicidad y ahora trabaja en el área de marketing de una empresa farmacéutica. Así y todo, ha logrado realizar recreaciones de edificios modernos y brutalistas tan, pero tan impresionantes que uno desearía encogerse y vivir allí”. Con tales palabras, el sitio FlavorWire presenta la labor de este alemán furor en redes por realizar las mentadas reproducciones valiéndose apenas de bloquecitos Lego. Bloquecitos con los que ha emulado notables obras de Eero Saarinen, Herzog & de Meuron, Le Corbusier, Louis Isadore Kahn y Giuseppe Perugini, por mencionar unos pocos ganchos. En diseños minúsculos, de más está aclarar, que este confeso “adicto a la arquitectura” completa con figurines humanos y pequeños autos deportivos, amén de aportar más realismo a las festejadas maquetas.

Maquetas a las luego fotografía, subiendo las correspondientes imágenes a su cuenta Instagram, donde miles de seguidores le cantan loas “al hombre que supo dar rienda suelta a su niño interior”, logrando convertir partes plásticas en delirios de –aparente– cemento. Y a las que, una vez retratadas, destruye para pasar a la siguiente obra, porque “es parte del proceso de resurrección”. “Construyo mucho, y comparto aún más”, destaca Schlaudraff en su bio, donde además advierte otra adicción: el set Architecture Studio Box, de la empresa danesa, que viene con más de 1200 bloques blancos y transparentes, un librillo con sugerencias y el visto bueno de estudios neoyorkinos y japoneses. Materia prima justa y necesaria para que Arndt armara, por caso, la Iglesia de Santa Inés, de Werner Düttmann, o la Embajada de Rusia en La Habana, pergeñada por Aleksandr Rochegov. “Nunca esperé que alguien mostrase interés por mi hobby, que aún considero un cachito nerd. Mi intención es bastante simple: hacer algo creativo y no estar prendido de la computadora toda la noche. Probé pintando, pero los resultados fueron ridículos”, se sinceró AS.