Que favorece el ritmo de la narración, marca el tono psicológico, refuerza sensaciones, induce estados, describe ambientes. Que influye en cómo percibimos a personajes, y antaño dividió a la industria, con realizadores como François Truffaut manifestando su encono porque “cuando todos los films eran en blanco y negro, muy pocos eran horribles”. Que el rojo demanda atención, y el amarillo es amistoso; el verde fluorescente produce aversión; el azul, distancia… Que el color en las películas es más que una herramienta: es un arte, y también de la manipulación cromática dependerá el impacto visual, la belleza de las imágenes. Que debe usarse a consciencia. Y entonces: que ¡a dios gracias por los coloristas! En resumidas cuentas, el color es un elemento vital, central, integral de las cintas, y a develar las paletas predominantes de films icónicos se dedica Cinema Palettes, cuenta Twitter regenteada por un aficionado anónimo, que suma más de 60 mil seguidores en la susodicha red social. “Las paletas son creadas íntegramente en Adobe Photoshop, sin necesidad de involucrar instrumentos o websites adicionales. Sencillamente elijo y dispongo cada tonalidad por mí mismo”, ofrece en NN en cuestión a revista Esquire, una de las tantas en festejar esta “cartografía de matices de algunos de los largometrajes más emblemáticos de la historia del cine”. En celebrar, además, que el equis entrevistado sea materia dispuesta para peticiones de seguidores. Así, desde El Padrino hasta Akira, pasando por Fargo, Pulp Fiction o Taxi Driver, además de reputadas realizaciones de Terry Gilliam, George Miller, Ridley Scott o, por caso, John Hughes, son cromáticamente develadas, para deleite de entusiastas, diseñadores, fotógrafos o cineastas. Para jugar a combinar, emular ideas o simplemente visionar, un lindo chiche.