Domingo, 24 de julio de 2016 | Hoy
VALE DECIR
“El 5 de agosto de este año Revolver cumplirá 50 años. Ese disco posiblemente haya sido el primer elepé pop comercial en explorar tópicos esotéricos e instrumentación ‘exótica’, en usar el estudio para crear sonidos de otro mundo, nunca antes imaginados. Revolver es el álbum que reescribió las reglas del juego y sentó las bases para que cosmonautas sonoros –como yo mismo– nos aventurásemos en lo profundo de universos inexplorados de la música”. Con tales palabras, de evidente agradecimiento, el músico y productor Andrew Liles, oriundo de Gran Bretaña, presenta su más reciente homenaje: una larguísima versión de 50 minutos –guiño, guiño a las bodas de oro– de “Tomorrow Never Knows”, mítico e innovador track del icónico disco en cuestión. “Entréguense al vacío, apaguen su mente, relájense y floten río abajo con mi adaptación imposiblemente larga y aún más psicodélica de la canción”, solicita, parafraseando la letra original, don AL, ducho en las bondades del remix radical. En este caso, 16 veces más extenso que el tema lanzado por los fabulosos 4 en 1966…
Prolífico compositor y miembro ocasional de bandas como la electro Nurse With Wound o Current 93, grupo emblema del post folk gótico industrial, Liles ya había incurrido en las lides del tributo con creaciones como 45 Minutes of Black Sabbath by Black Sabbath for 45 Years, o Overkill Overkilled by Overkill, sobre, ejem, Overkill, de Motörhead, con duración de 70 minutos. Empero, según señala el sitio Dangerous Minds, “el tratamiento parece adaptarse mejor aún al tema de John Lennon, originalmente llamado ‘The Void’. Cuando el cerebro logra adaptarse a la sensación de estar sentado dentro de una tambura durante 15 minutos, la aparición de cada elemento –la batería de Ringo, por caso– se siente como un raro momento trascendental”. Por lo demás, la web recomienda pulsar el botón de repetir nomás finiquitar los 50 minutos amén de “retroceder hasta el punto de perfecta vacuidad mental, sin dimensiones”. Y, de paso cañazo, encomienda leer el libro que inspiró la canción original, The Psychedelic Experience, de los gurúes LSD Timothy Leary y Richard Alpert, para zambullirse de cabeza en una propuesta que ciertamente se sale de la vaina.
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