Domingo, 27 de mayo de 2007 | Hoy
VALE DECIR
El cementerio más raro del mundo.
Se inauguró el 1º de enero de 1851, plena época de consolidación de la burguesía genovesa. Todas las familias acomodadas quisieron su lugar en el cementerio de Staglieno y sus esculturas funerarias fabulosas, encargadas a los artistas más importantes del momento. Así creció el camposanto más famoso de Italia, que sería el más célebre del mundo si no existiera el mítico Père Lachaise de París.
Ahora bien: es raro que Staglieno no tenga mucha, pero mucha más fama. Insistimos, la tiene. Pero las piezas que se pueden ver ahí son de verdad insólitas y juguetean en el filo de lo macabro, el erotismo casi explícito, la pavada, la grandiosidad, la ternura y el mal gusto liso y llano. La gran mayoría de las esculturas son neoclásicas y representan el realismo burgués del siglo XIX. Algunas, las menos, citan influencias del simbolismo y el art nouveau. Muchas se esconden entre vegetación, porque el cementerio hace rato sobrepasó su perímetro planeado. Y se encuentran cosas más que sorprendentes, como las esculturas de Santo Saccomano (1833-1914) que de tanto juguetear con la idea de Eros y Thanatos pobló Staglieno de mujeres desnudas jugando con rosarios o extendidas sobre las tumbas con puntiagudos senos núbiles, en franco éxtasis. Son inquietantemente hermosas. Por otro lado, hubo un sector de pater familiae burgueses que quisieron dejar bien claro cuánto los iban a extrañar sus parientes: entonces se hicieron retratar en el lecho de muerte con una corte de lloronas de luto, en verdaderos monumentos de piedra. También son impresionantes las esculturas de Giovanni Battista Villa: la más famosa retrata a una mujer pispeando el último sueño de su esposo en una cama. Giovanni Benetti también era bastante morboso: solía retratar a los difuntos en la agonía, con evidentes signos de enfermedad en el rostro. La más famosa de las tumbas es la de Caterina Campodónica, la “nociolina”, una vendedora de nueces que trabajó toda la vida ahorrando pesito sobre pesito para encargar su estatua –se la pidió al importante Lorenzo Orengo– y tener un lugar entre los ricos, aunque era una mujer muy humilde –y está retratada con su propia ropa–. Otra de las célebres, por espantosa, es la de un niño a quien La Muerte está a punto de atrapar, representada por manos-garras que salen de la tierra. Hay muchas más danzas de la muerte y disparates megalomaníacos en www.cimiterodistaglieno.it
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