Domingo, 25 de julio de 2010 | Hoy
VALE DECIR
Cuenta el diario Daily Mail que en Bélgica ya no tienen lugar para sus muertos. Cremarlos no es una solución ecológica, ya que se liberan enormes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera.
La solución ideal resulta ser algo llamado “liquidificación”, un proceso por el cual se acelera la descomposición natural; lo que duraría veinte años sucede, en cambio, en dos o tres horas. El resultado final es una pequeña cantidad de líquido y, además, un fino polvo de lo que eran los huesos.
En un curioso testimonio de lo que dejan atrás las personas, las cenizas blancas pueden ser devueltas a los seres queridos mientras que el líquido verdoso vuelve al ecosistema, ya sea siendo utilizado para regar algún jardín o simplemente tirándolo por el desagüe.
Los muertos de antes eran unos privilegiados; los que tengan lugar en Chacarita o Recoleta lo van a conservar por siempre. Pero los muertos del futuro, ecológicos y eficientes, se irán al Río de la Plata para volver cada tanto en forma de sudestada.
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