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Parece un chiste cósmico porque la osa se llama Santra. Se podía haber llamado de mil maneras diferentes —sólo Alá sabe lo que se les pasa por la cabeza a los zoológicos cuando bautizan a sus prisioneros— pero justo recibió el nombre más apropiado para contar esta historia.

En el zoológico Ahtari, en Finlandia, Santra fue fotografiada mientras realizaba su rutina de estiramiento. “Mantuvo sus patas en el aire por un minuto o dos, haciendo una V, y luego las bajó y se relajó”, explica Meta Penca, el autor de las fotos, un turista esloveno que fue testigo directo de las asanas. “Era lo mismo que cuando ves a la gente hacer yoga: suave, despacio, con concentración y con calma. Parecía estar bien metida en el tema, nada de mirar para todos lados; los ojos entrecerrados y la mirada hacia adelante.”

El diario The Guardian consultó a Paul Harvey, un maestro de yoga; él pudo identificar, en las fotos de Santra, cosas que les enseña a sus alumnos. También notó que parecía ser un animal muy solitario y que probablemente hacía yoga para no volverse loca en su encierro.

Finalmente agregó que la flexibilidad y el balance de Santra denotaban que era toda una experta: “Estas no son posiciones de principiante, es claramente una estudiante avanzada”.