Domingo, 16 de enero de 2011 | Hoy
VALE DECIR
Habrá que creerle a la BBC: un tal Darco Sangermano, de 28 años, fue a una sala de guardia de Nápoles en la noche de Año Nuevo porque una bala perdida le pegó en la cabeza.
En una terrible combinación de negligencia (ajena) y mala suerte (propia), este pobre hombre recorría las calles en plena celebración de 2011 cuando alguien a quien no le alcanzaron los fuegos artificiales abrió fuego con su calibre 22.
Un tamaño de munición mayor le hubiera partido la cabeza en pedazos; este proyectil, en cambio, se alojó detrás del ojo derecho: los doctores explicaron más tarde que la bala perdió velocidad durante el trayecto, cuando atravesó el hueso temporal.
Sangrando profusamente, Darco fue al hospital y mientras esperaba que lo atendieran, estornudó. Fue como un truco de magia: la bala, ahora encontrada, le salió volando por la nariz. Los cirujanos luego tuvieron que operarlo, de todas formas, para reparar los daños.
Según el artículo de la BBC, el proyectil pasó por detrás del ojo derecho y se alojó en las fosas nasales. Un milagro que no haya causado mayores daños. Eso sí: Darco tendrá que someterse a cirugía láser para reparar su retina derecha. El año que viene, cuando se celebre 2012, a ver quién logra sacarlo a la calle.
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