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Sábado, 30 de abril de 2011

VALE DECIR

Ceniza (de muerto) al óleo

“¿Te gustaría tener un recuerdo especial de alguien que ha fallecido?”, pregunta Raven J. Collins, artista que –especializada en retratos– quiso darle a su negocio una vueltita de tuerca y comenzó a incluir cenizas fúnebres en sus pinceladas. Enviadas por correo, la pintora de Tampa, Florida, las suma a su colorida paleta y rinde tributo mortuorio. Por un precio, de más está decir. ¿Cómo funciona su técnica? Collins recibe una petit cantidad de ceniza que muele y muele hasta obtener un polvo finísimo; luego, añade un líquido, crea la pasta y listo: a desparramar sobre la obra, dándole profundidad y textura al pelo o la ropa. “En cualquier lado, menos en la cara”, explica la espiritual muchacha sobre los usos y costumbres de su obra en la web, donde llueven pedidos, www.portraitsfromashes.com. Así, el muertito no sólo es material de inspiración; también es materia prima para piezas que van de los 200 a los 1000 dólares, según cantidad de colores, tamaño y complejidad.

Cuenta la artista visual con (oh, casualidad) nombre carroñero, que la inspiración divina le llegó años atrás, cuando dos de sus sobrinos murieron en un incendio. Para procesar la pena, se le disparó la idea, que –hoy en día– le significa el 90 por ciento de los pedidos que recibe mensualmente. Es que, mientras la cremación se vuelve la opción más popular en Estados Unidos, no todos eligen guardar los restos en una urna, lanzarlos al mar o desperdigarlos en zonas verdes: Algunos ven en “la nueva forma de arte” de Collins –según ella misma ha definido– una manera más sentida y menos convencional de recordar a los seres queridos que, valga la aclaración, pueden ser parientes o mascotas. Porque a la hora de la brocha fina, Raven no discrimina.

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