Para la artista autodidacta y residente neoyorquina Kenya (Robinson) –así, entre paréntesis–, mudarse no es una necesidad: es un hecho performático. Por eso, inició su pieza interactiva The Inflatable Mattress (léase, El Colchón Inflable), en el que la mujer de 33 años se instala en casas de desconocidos por una semana y, a cambio de pasta de dientes, se ofrece como empleada doméstica 10 horas al día. Hecha la convocatoria vía mail, el mundillo arty de Manhattan y Brooklyn difundió la oferta y la señorita R ya lleva 10 semanas –empezó en febrero– y una decena de casas registradas. En tres más, según ha anunciado, finiquita el proyecto que la ha convertido en nómade de oficio. “Nadie se ha quejado aún”, explicó la muchacha sobre su experiencia como huésped. Si se tiene en cuenta que tres fueron monoambientes, el logro es –por lo menos– grandilocuente. ¿Quiénes la recibieron hasta el momento? Escultores, actores y curadores, entre otros. Las experiencias (y los dentífricos), en theinflatablemattress.blogspot.com. “Estoy aprendiendo preciosas lecciones de esta experiencia. Una de ellas es la importancia de la propia identificación”, aseguró la ¿entrometida? Kenya.

Claro que la idea no es del todo novedosa: El año pasado, el analista financiero Ed Casabian comenzó un trip de 52 semanas en 52 departamentos de NYC, desde Riverdale hasta Long Beach, con un único objetivo: recuperarse de una ruptura amorosa difícil. Después de que su chica lo dejara, el hombre recordó que sus momentos más felices fueron viajando, conociendo gente nueva. Entonces decidió hacerlo en su propia ciudad y, así nomás, se lanzó a un recorrido inexplicable (y sin dirección fija) con ¡otro! colchón inflable. Desde entonces, cada domingo es día de mudanza para el hombre que no paga renta a los amigos, colegas o extraños que lo hospedan, pero sí les cocina. O los lleva de juerga.