Domingo, 31 de julio de 2011 | Hoy
VALE DECIR
Dicen que la belleza está en el ojo del que observa pero, cuando no hay qué mirar, el intento puede ser todo un desafío. Eso, sin embargo, no ha detenido al actor James Franco que, en colaboración con Praxis (un dúo dedicado al arte conceptual), ha lanzando el Museum of Non-Visible Art (MONA), un proyecto que vende piezas invisibles. Con la idea de redefinir qué es real, las obras no existen, pero el aire viene acompañado de una descripción de cómo serían, estimulando, así, la percepción del comprador (que necesita desembolsar miles de dólares para sentarse a imaginar). ¿Lo positivo? La colección no ocupa espacio, salvo por la tarjeta con el nombre del artista, el título de la “pintura” y las instrucciones específicas que se reciben, una vez adquirida.
Aunque suene a humorada, el proyecto ya se ha cobrado su primera víctima: Aimee Davison, una canadiense con sede en Montreal, que por 10 mil dólares ha comprado la pieza más cara: Conceptual-Fresh Air. “Me identifico con la ideología del MONA y quería brindarle mi apoyo”, explicó la autodefinida modelo, actriz y productora web. Aunque, increpada por los medios, reveló sus verdaderos motivos: “Quería participar de la controversia e intentar sacar un beneficio de ella. Comprar una pieza de precio modesto no hubiese implicado la misma audacia ni me hubiese dado el mismo derecho a colaborar con Praxis”. ¿Autobombo publicitario? ¿O cash para el despilfarro? Como fuere, Davison ya tiene en la comodidad de su hogar una obra que, según avisa la descripción, “es como una interminable tanque de oxígeno”. Claro: es aire.
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