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La semana pasada, en Londres, Marek Olszewski, de 45 años, cometió un error: pidió turno con su dentista por un dolor de muelas. La equivocación radica en que la odontóloga era Anna Mackowiak, su ex novia, quien, al parecer, no había procesado bien la ruptura. Armada de pinzas y anestesia, la mujer de 34 años aprovechó la ocasión para drogarlo y, con el hombre dormido, procedió a quitarle los dientes. Todos.

Luego, le envolvió la cabeza con vendas, esperando que Marek sólo comprendiera lo que había hecho cuando llegase a su casa. Según cuenta Olszewski, notó que algo andaba mal cuando despertó y no podía sentir los dientes. Sin embargo, Mackowiak le aseguró que estaría bien una vez que el entumecimiento desapareciese. “No tenía ninguna razón para dudar de ella. Pensaba que era una profesional”, razonó el hombre.

La venganza salió redonda: no sólo casi se desmaya de la indignación cuando se vio al espejo en su casa; por su nuevo aspecto, su nueva novia lo dejó. Ahora, mientras evalúa implantarse unas prótesis, espera que la Justicia dictamine.

“Traté de ser profesional y desapegada de mis emociones, pero cuando lo vi acostado ahí pensé: ¡Qué turro!”, explicó la despechada dentista que, por la extirpación quirúrgica de su ex podría pasar una temporada en prisión. Mientras la investigan por negligencia médica y abuso de confianza del paciente, se augura que la pena podría significar tres años tras las rejas. Pero con todos los dientes, qué va.