Domingo, 21 de octubre de 2012 | Hoy
VALE DECIR
El pasado 10 de octubre, la publicación New England Journal of Medicine, revista especializada editada por la Sociedad Médica de Massachusetts, publicó un artículo que ha levantado polvareda. O, en honor a la temática, chocolate el polvo. En él, su autor, el doctor Franz Messerli, médico del Hospital St Luke’s-Roosevelt y catedrático de la Universidad de Columbia, lanza una –aleatoria– hipótesis que vincula el consumo de cacao con el número de ganadores de premios Nobel de las naciones y postula: cuanto más chocolate consuma la población de un país, más galardones obtendrá.
Ocurre que, según el investigador, la golosina impulsa la potencia cerebral, la capacidad mental de las personas y eso tendría su correlato en el resultado de sus logros científicos o humanitarios. La teoría tendría uno de sus bastiones en la premisa de que los flavanoles del té verde, el vino tinto y el cacao contribuyen a revertir o demorar la declinación mental a causa de la edad.
Aprovechando la información que consiguió de grandes productoras del dulce en venta en 23 naciones, Messerli encontró “una correlación notablemente poderosa”. ¿Casualidad? Pues, la lista pareciera darle la diestra, ubicando a Estados Unidos, Holanda, Irlanda, Francia, Bélgica y Alemania a la cabeza y, más abajo, a países como China, Japón y Brasil.
Y aunque Suecia podría haber tirado abajo la hipótesis (por la cantidad de chocolate que “absorbe”, debería tener sólo 14 premiados, pero detenta 32), Franz encontró una rápida explicación para la excepción a la regla: que el jurado (sueco) habría favorecido a sus conciudadanos por un “prejuicio patriótico”.
Asimismo, el doctor se apuró a aclarar que el chocolate posiblemente no incremente la inteligencia, pero la gente inteligente, conocedora de los beneficios que conlleva su consumo, tienda a manyar más el alimento azucarado. También ofreció un extraño cálculo: son 400 gramos de chocolate por año los que necesitaría una persona para volverse merecedor del Nobel. Al ser consultado sobre el tema, uno de los titulares del comité de estos premios en el área de Química, Sven Lidin, largó una carcajada. “No creo que haya relación de causa y efecto”, ofreció entretenido y redobló: “Lo que primero quisiera saber es cómo se vincula el consumo de chocolate con el producto bruto interno”. Amén de la razón.
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