Durante años, David Rees se dedicó a hacer tiras políticas, publicando sus cartoons en medios como Rolling Stone, GQ, The Nation y Harper’s, entre otros. Sin embargo, un día decidió abandonar su carrera para seguir su sueño: sacar punta a lápices. “Para mí es un privilegio afilar los lápices de amigos y extraños”, cuenta en su web el autoproclamado afinador y artesano que, ayudado de lijas y cuchillos, dice haber encontrado “el arte de sacar punta”. Por dinero, claro. Porque este hombre de 39 años, recibe pedidos por un costo; el de 35 dólares, para ser exactos.

¿Por qué desprenderse de unos billetes cuando uno mismo puede realizar la tarea? “Afilo los lápices con una precisión que ninguna herramienta o máquina puede lograr”, argumenta David, cuyo servicio incluye los remanentes (las virutas) y un certificado de autenticidad fechado aclarando que el objeto es, ahora, “un objeto peligroso”. Además, aclara él, los resultados varían “según el tipo de punta que quiera el interesado”.

No conforme con brindar un trabajo tan peculiar, David, con residencia en Nueva York, comparte sus conocimientos en su libro How to Sharpen Pencils: A Practical and Theoretical Treatise on the Artisanal Craft of Pencil Sharpening, for Writers, Artists, Contractors, Flange Turners, Anglesmiths, and Civil Servants, with Illustrations Showing Current Practice (Cómo afilar lápices: un tratado teórico y práctico sobre la habilidad artesanal de afilar, para escritores, artistas, contratistas y empleados públicos, con ilustraciones demostrativas) texto que el New Yorker ha comparado con el Moby Dick, de Melville, por ser “una genialidad de la trivialidad transfigurada”. En palabras de Mark O’Connell, autor del artículo: “Ni una broma ni un libro para leer en el baño. Es una rareza literaria que, aun cuando persigue las posibilidades cómicas de su premisa, sutilmente se dirige a su gravedad aislada. Y, si sirve de algo, también marca la norma a la que todos los futuros libros sobre sacapuntas debieran aspirar”.