Domingo, 5 de mayo de 2013 | Hoy
VALE DECIR
Bien podría ser la escena de una obra del teatro del absurdo, pero no: apenas otro hecho real sin explicación. Su protagonista, un hombre llamado Marius Ionescu (ninguna relación con Eugene Ionesco, vale presumir), tuvo el mal tino de elegir un oficio que requiere nervios de acero, cuando los propios son más endebles que el papel mojado: el de ladrón. En uno de sus múltiples desempeños como malhechor profesional, este hombre de 31 años ingresó el pasado mes en una casa de Benesti, Rumania, para tomar pertenencias ajenas y hacerse de un motín digno. La dignidad, sin embargo, la perdió no sólo en la fechoría sino en su pésimo desempeño. Porque, al oír ruidos extraños en el hogar vacío, Marius se aterrorizó. Temiendo el ataque de un colega, el ladrón hizo lo impensable: esconderse bajo la cama de uno de los dormitorios y llamar a la policía, diciendo que un intruso había atacado la morada. Otro, valga la aclaración. Oficiales de la policía se hicieron presentes en la morada y arrestaron a Ionescu, aunque fallaron en encontrar a un segundo extraño. La portavoz de las fuerzas de seguridad, Mihaela Straub, habló con la prensa y explicó que “el ruido posiblemente fuera obra del gato de la familia”. “Este hombre tiene antecedentes penales por actos criminales semejantes pero, dado su estado de nerviosismo, debería considerar buscar otro trabajo”, expresó la mujer, y agregó: “Encara una pena larga en prisión. El tiempo le vendrá bien para reconsiderar su carrera”.
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