Domingo, 5 de mayo de 2013 | Hoy
VALE DECIR
“Nunca confíes en un empleado de feria”, debería ser la moraleja de este cuento sin ficción que tiene al norteamericano Henry Gribbohm como protagonista. Residente de Epsom, un pueblo de New Hampshire, en Estados Unidos, el hombre de 30 años asistió el pasado sábado a un carnaval de Manchester –ciudad del mismo estado– y se empeñó en gastar unos buenos billetes en Tubs of Fun, juego donde –por cinco dólares– el participante tiene dos chances para embocar una pelotita en un balde. Su meta, explicó a un medio local, era ganar el premio máximo: una Xbox Kinect para sus hijos.
Una buena inversión si no fuera porque, de buenas a primeras, Gribbohm invirtió 300 dólares en (no) acertar y, disconforme con su mala puntería, fue a su casa para tomar todos sus ahorros ($ 2300) y seguir disparando. “Me dijeron que iba a recuperar todo mi dinero, que iba a conseguir la Xbox. Me mintieron”, aseguró el confianzudo muchacho que, ahora, ha presentado una denuncia por estafa contra Fiesta Shows, la empresa que regentea la feria.
Mientras la policía investiga si, en efecto, hubo fraude, la firma desmiente todo. Por las dudas, claro, abre el paraguas: John Flynn, su vicepresidente, contó en una entrevista que Tubs of Fun es manejado por un contratado independiente, aunque anotó que han trabajado juntos por años y nunca tuvieron ningún problema.
Pero, ojo, no todas son malas noticias: puede que Henry esté en quiebra y con el corazón con agujeritos (porque su buena fe fue adulterada), pero no está solo para atravesar el mal trago. El día después de “invertir” sus ahorros en el juego de feria, regresó para quejarse; entonces la gente del carnaval le devolvió 600 dólares y lo instó a llevarse el premio que sí se había ganado: una banana gigante con ojos saltones y look rastafari. Evidentemente no fue suficiente.
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