Un emprendimiento ha logrado lo impensado: tirar por la borda dos supuestos que han acompañado la historia de los siglos y los siglos. Amén de la renovación, ya no es posible proclamar a los cuatro vientos que todo francés es refinado ni que toda ceremonia fúnebre ha de estar revestida por la lúgubre sobriedad y modestia. Y es que, derribando mitos, ha llegado Funéral Concept, especialista en diseño de tumbas poco... convencionales (por no llamarlas lisa y llanamente de mal gusto). A tal punto que más de uno pensará: “El duelo ya no da tristeza, da risa”.

Obra y gracia del entrepreneur Freddy Pineau, fundador que se ha dado a la tarea de “aliviar el dolor, dando el lujo de ofrecer a los seres queridos una última morada a imagen y semejanza de su vida y no de su muerte”, los modelos de acero (chau mármol, piedra, granito) son un canto–desafinado— al paso terrenal de los finados. Así, las lápidas sepulcrales–tratadas con pinturas de alta resistencia— llevan coloridos y personalizados motivos: desde veleros, tortugas y ángeles, hasta la cara del muertito o un anaranjado atardecer en la playa. Cuánta razón tiene el filósofo Damien Le Guay, vicepresidente del Comité Nacional de Ética Funeraria, cuando se lamenta con palabras como: “Hemos pasado de una muerte colectiva a una individual”.

¿Lo peor? Mientras se cumpla el metro de ancho y los dos de largo, las posibilidades son infinitas. “Vemos color en todas partes; ahora, por suerte, también en los cementerios. Hay que decirle adiós al tabú”, remata Pineau, el hacedor de horrores cuyo “arte” destaca sobremanera en los otrora solemnes camposantos de Francia.