Domingo, 13 de febrero de 2005 | Hoy
PáGINA 3
Tenés que aprender a agacharte, porque lo van a arrojar hacia vos.
El sexo es el juego de circunstancias más concentrado que tenemos. Todo está en esa colisión.
Cuando estaba en Nevada, vivía a unos noventa kilómetros de Reno. Había un tipo que tenía esta casa levantada sobre unos pilotes. En el medio del desierto. Era muy curioso mirar hacia esa casa elevada a tres metros y medio del suelo. Yo me preguntaba: ¿estará esperando una inundación? Bueno, resultó que tenía un hoyo en el suelo debajo de la casa, y había una mina de plata en el fondo. Periódicamente bajaba y él mismo cavaba para extraer algo de plata. Ese era su banco. Creo que así es un escritor. Vive arriba de ese agujero. Baja y ve si puede sacar algo de plata.
Hay tal variedad de culturas en este país que sólo nos pueden engañar hasta cierto punto. Tan pronto comenzamos a marchar todos al mismo paso, alguien pierde el ritmo.
Siempre he hecho las cosas físicas. Cuando tenía unos seis años me construí un carrito. El volante no giraba y barranca abajo por la calle llegaba a los cincuenta kilómetros por hora, pero recuerdo haberle dicho a mi hermano: “Bastante bien para haberlo hecho yo”. Solía tomarme el pelo por esa frase.
Conocí dramaturgos, jóvenes de mi edad, que no estaban preparados para enfrentar el hecho de que sus obras no eran para nada buenas. Las mías no lo eran. Yo pensaba: O hago esto bien o lo abandono. No voy a pasarme el resto de mi vida siendo un tonto.
El sexo siempre es un problema. En parte es por eso que es tan placentero: porque por un momento las nubes se abren y luego vuelven a descender.
Siempre me encuentro interesado en lo que miro.
Soy un escritor, por lo tanto escribo. Ese es mi trabajo. Tengo una sensación magníficamente placentera si creo una forma que se complete a sí misma y dentro de la cual puedo caminar.
Ciertas personas no deberían casarse nunca. No todos tienen esa dependencia: te estás apoyando en alguien, y el deseo de sostener a otro simplemente no existe en algunas personas.
Pude escribir sobre el fracaso porque lidié con él. La mayor parte de mi obra previa a La muerte de un viajante, el 98 por ciento de ella fue un fracaso. Para la época en que apareció Willy Loman, yo sabía cómo él se sentía.
Algunos fracasos están bien. Y algunas personas fracasan porque la sociedad no está lista para ellas. Eso es lo que lo hace tan difícil.
Uno debería leer porque es un placer. O ir al teatro porque es un placer. De eso se trata, básicamente –aún el placer de la miseria, si tal resulta ser la naturaleza de la bestia.
Lo único de lo que estoy razonablemente seguro es que cualquiera que tenga una ideología ha dejado de pensar.
Cuando las obras se escribían en verso, por la naturaleza misma del lenguaje tendía hacia lo que yo llamo profecía. Pero ya no escribimos mucho de esa manera, así que algo deberá captar ese espíritu del desastre o la felicidad que se avecinan.
Creo en el trabajo. Si alguien no crea algo, por muy pequeño que sea, se enferma. Una cantidad terrible de personas sienten que están tan solo manteniéndose a flote. Si se esfumaran, no le importaría a nadie en este mundo. Y ésa es una sensación desesperante y destructiva. Te mata.
Cuanto más sexo, mejor. Tal vez sería bueno decirlo abiertamente. Uno enciende la televisión ahora y están cogiendo en pantalla. Eso es parte de la vida, ¿por qué esconderlo en algún lugar del sótano y dejar que un montón de gangsters lo distribuyan?
Los políticos somos nosotros, lo cual es muy peligroso. Si no fuéramos nosotros, sería mucho mejor.Nunca, en mi opinión, nos hemos encontrado con una administración como la de Bush, que es extremadamente inteligente y tiene un gran control sobre la vida política del país. Ellos representan a la gente rica de una manera que no creí que fuera tan flagrantemente posible. Es casi sociopática. Como si, OK, si llegás, sos uno de los nuestros, si no llegás, mala suerte, Jack. Algunos de los monos se caen del árbol.
Para escribir cualquier clase de trabajo imaginario tenés que atravesarte con tu propia espada. Uno tiene que estar listo para ser borrado de la existencia. Muchas veces, la sangre está en el piso.
No creo en la vida después de la muerte. No creo que haya un Dios. Todo es un accidente.
Cuando escucho que alguien está en contacto con Dios, busco la salida.
Arthur Miller murió el viernes pasado a los 89 años (en la foto tiene bastantes menos: por esa época, la mujer de al lado era su esposa). Estas respuestas son del 2003.
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