Domingo, 7 de diciembre de 2014 | Hoy
FAN Un director elige su película favorita. Cristian Drut y Sueños en Arizona (Arizona Dream), de Kusturica
Por Cristian Drut
En 1994 vi Arizona Dream en el cine Lorca. La vi en el Lorca con una novia, Julieta. En esa época yo había dirigido mi primera obra en el Centro Rojas: El único mortal. Quizá la película es de 1993 pero yo la vi en el ‘94, así que vamos a festejar sus veinte años. O hagamos de cuenta. Hagamos de cuenta que se cumplen 20 años más o menos de Arizona Dream.
Es una película donde a mi entender está todo en su lugar: los actores, el guión, la música. Me impactó en ese momento por varias razones. Incluso porque en esa primera ocasión, a las dos horas de la proyección se cortó la luz y nos tuvimos que ir. Nos ofrecieron volver al día siguiente y verla hasta el final. Muchos aceptamos la entrada para el día siguiente. Recuerdo que éramos un grupo de enfervorizados saliendo del cine con las caras despejadas, movilizados, conmovidos. El nivel de fanatismo que me generó fue tremendo. Kusturica. Es la misma época de Tiempo de gitanos y después Underground. Los balcanes. La música de Goran Bregovic. Mucho Bregovic en esa época en nuestras fiestas. La voz de Iggy Pop. Arizona Dream es la entrada de Kusturica a los Estados Unidos como director.
La película cuenta la historia de un joven que vive en Nueva York y es obligado a volver a su pueblo natal con un tío para que trabaje en su agencia de autos. El resultado es un viaje iniciático. Un joven Johnny Depp es llevado a hacerse cargo del negocio familiar y una Faye Dunaway ya en retirada parece enamorarlo. Los comienzos de Vincent Gallo y la famosa escena de la audición. Una hermosa Lili Taylor a la que le perdí el rastro todos estos años hasta verla en Six Feet Under nuevamente.
Pero lo que más me atravesó de la película, y sigue siendo una escena que me conmueve, es el momento donde Johnny Depp y Jerry Lewis miran viejos rollos Súper 8 de la familia. Miran esas viejas películas donde pareciera estar un joven Jerry haciendo las cosas que hacía en sus viejas películas blanco y negro. Un Jerry Lewis extraordinario que me recuerda la casa de mi Memé en Corrientes y Acuña de Figueroa, mirando ciega en el Zenith blanco y negro las viejas películas que Jerry había hecho con Dean Martin en los ‘50. Es extraño porque tengo la percepción de que vi esas películas miles de veces. No sé si estoy diciendo bien los títulos pero recuerdo Mister Love, El terror de las chicas y una suerte de western que transcurría en el Rancho K.
Jerry Lewis fue decisivo en mi deseo de estudiar teatro. Su actuación fue decisiva. Y sus películas. Todas esas películas blanco y negro son la casa de mi abuela. O de mi Memé, para hacerle honor a la madre de mi padre llegados todos al país en 1952. Durante mucho tiempo yo no sabía bien por qué le decíamos Memé a mi abuela hasta que entendí que en esa casa donde era natural que entre ella, mi padre y mis tíos se hablara en francés la palabra Memé era la Nonna de los italianos.
El cuarto de mi Memé era aterrador. Al menos para mí de niño. Muchas cosas son aterradoras y enormes cuando uno es chico. El tamaño de mi abuela era inmenso. Una gorda inmensa. Cuando me quedaba a dormir era con ella en su cuarto en una cama matrimonial donde había dormido seguramente con mi abuelo. Mi Pepé. Fotos de mi viejo de bebé mirando a la cama. Acopio de jabones en los cajones de bombacha.
El mito decía que mi Pepé había muerto de un paro cardíaco mirando la misma televisión Zenith donde yo miraba hoy a Jerry Lewis. Mi abuelo pidió un ventilador porque le faltaba el aire y cuando mi Memé se lo trajo, él ya estaba muerto.
Mi Memé hacía unos pollos grasosos increíbles, jugaba conmigo a las cartas a un supuesto juego al que llamaba la bataille. Un juego en donde lo único que había que hacer era tener la carta más alta. Mientras jugábamos a la bataille, ella me hablaba de la guerra, de su familia en París y de los alemanes.
Mi Memé muere seis años antes del estreno de la película en un sanatorio. Jerry muere en la película y se pone a apilar Cadillacs. Van juntos con Johnny Depp en una ambulancia que termina remontando vuelo. Jerry muere y Johnny se hace grande.
En 1994 cuando veo la película en el Lorca yo debía tener 20 años y sin dudas me debo haber identificado con Johnny Depp y con ese momento donde ya no sos chico y tampoco adulto. Quiero ser Johnny Depp en esa película. Ese momento donde estás un poco viendo quién vas a ser. Era un momento donde había dirigido una primera obra de teatro y fantaseaba con lo que iba a venir pero todavía no podía pensarme. Y si Johnny se hacía grande despidiendo a su tío, yo me dejaba conmover con Jerry Lewis que es un poco mi Memé y esa casa y mi niñez y un juego de bowling con el que destrozaba las estufas de ese sexto piso en el barrio de Almagro.
A veces también pienso si mi fanatismo con el pescado no tendrá que ver un poco con el pescado que abre y cierra Arizona Dream. Y pienso en La ley de la calle (Rumble Fish). Pero ésa es otra historia.
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